A finales de la década de los 80 un reconocido experto en Salud Pública, asesor extranjero en un organismo internacional, me sorprendió con esta pregunta: ¿cuál es el ideal de salud de los cubanos? Ciertamente, no supe cómo y qué responderle en ese momento y, por supuesto, me dediqué no solo a meditar sobre la posible respuesta a su pregunta, sino que desde entonces, en cada espacio donde desarrollara actividades relacionadas con el tema, repetía aquella inolvidable y provocadora interrogante, con el propósito de estimular la esperada respuesta