AÑO 2019 Año 15 Nro. 1-2, 2019

La solidaridad entre cubanos hoy. ¿Cómo podemos ser más solidarios?

por Migdalia Dopico Paz , Ovidio D’Angelo , Francarlos Porras, Dra. Blanca Munster

Convocado por la revista Espacio Laical, el pasado viernes 29 de marzo se celebró en la sede del Centro cultural Padre Félix Varela el encuentro «En Diálogo», que esta vez tuvo como título: «La solidaridad entre cubanos hoy. ¿Cómo podemos ser más solidarios?». Los panelistas participantes fueron la Lic. Migdalia Dopico, directora de Cáritas Habana, quien además fungió como moderadora, el Sr. Francarlos Porras, director de una empresa privada de restauración automotriz en el barrio de La Timba, la Dra. Blanca Munster, quien colabora en un proyecto de CLACSO sobre economía solidaria, y el Dr. Ovidio D’Angelo, psicólogo.

De izquierda a derecha: Ovidio D’Angelo, Migdalia Dopico (moderadora), Blanca Munster y Francarlos Porras. (Fotos de Johan Moya).

De izquierda a derecha: Ovidio D’Angelo, Migdalia Dopico (moderadora), Blanca Munster y Francarlos Porras. (Fotos de Johan Moya).

Gustavo Andújar: Buenas tardes. Nos reunimos en un nuevo encuentro En Diálogo, de la revista Espacio Laical. Doy la bienvenida especialmente a los participantes en el panel, a Migdalia Dopico, a la doctora Blanca Munster, a Ovidio D’Angelo y a Francarlos Porras, quienes van a abordar un tema muy importante. Ahora quiero explicar por qué escogimos este tema: resulta que con el reciente desastre del tornado que azotó a La Habana el 27 de enero, se notó, fue muy evidente, la participaron en la oleada de solidaridad que se desató a partir del desastre de una cantidad de actores sociales que para mucha gente resultaba insólito. Había, por ejemplo, paladares que, a contrapelo del esquema habitual de que los empresarios lo único que piensan es en ganar dinero, estaban repartiendo comida gratis a los damnificados. Y hubo también una cantidad de iniciativas de grupos musicales, de personas privadas que quisieron participar de distinta manera en aliviar de alguna forma el daño causado por el meteoro. Eso nos hizo pensar en un concepto que está muy arraigado en Cuba, que es el de la solidaridad.

Sabemos que el cubano es un pueblo históricamente solidario y pensamos que sería bueno reflexionar desde distintos puntos de vista sobre cómo se manifiesta esa solidaridad y cómo podemos ser más solidarios. Y para eso hemos invitado a los panelistas que nos van a presentar el tema desde distintos puntos de vista antes del debate público. Cada uno de ellos va a intervenir para presentar sus ideas y después abrimos el tema al debate y al intercambio, a los que quieran participar y dar una opinión o hacer una pregunta. Usualmente hay tres intervenciones del público y se da la oportunidad al panel para que responda. Todo lo que se dice aquí se graba, se edita después y se publica en Espacio Laical en la sección En Diálogo. Sin más preámbulo, le damos la palabra a Migdalia.

Migdalia Dopico: Buenas tardes. Agradecemos al Centro Cultural en la persona de Andújar por la invitación a este encuentro: «La solidaridad entre los cubanos hoy. ¿Cómo podemos ser solidarios?» Les doy la bienvenida también a los panelistas que nos acompañan hoy. Mi nombre es Migdalia Dopico y desde hace cuatro años dirijo Cáritas Habana, que es la institución de la Iglesia Católica que organiza el servicio de la caridad. Todos los cristianos estamos llamados a la misericordia, a la caridad, pero Cáritas se encarga de hacerlo de manera organizada para que tenga más efectividad, para que responda a las estrategias y se alcancen los resultados de aliviar la pobreza en las personas más vulnerables de la sociedad.

Cáritas Habana trabaja con personas y grupos y familias más vulnerables a través de programas para lograr mejorar el bienestar de esas personas, trabajamos a favor de ancianos, niños, adolescentes y jóvenes en riesgo de exclusión, personas que viven con VIH, personas con discapacidades y su familia y personas que sufren ante una emergencia como esta que acabamos de sufrir con el tornado y los huracanes que nos han azotado y otras emergencias causadas también a veces por el hombre.

Cáritas está dentro del dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral y en Cuba Cáritas es una institución, una confederación de más de 160 miembros. En Cuba nació en el período especial, en el año 90 el cardenal arzobispo de La Habana Jaime Ortega la fundó aquí en La Habana y después se extendió a todas las diócesis del país. Durante más de 25 años ha acompañado al pueblo cubano, a las personas más vulnerables, para mejorarles la calidad de vida, el bienestar, para lograr insertarlos en la sociedad, para su promoción humana. Eso es a grandes rasgos Cáritas, y ahora llegamos al tornado. El tornado nos sorprendió a todos y la Iglesia dio una respuesta inmediata en 10 de Octubre, Regla, Guanabacoa, fundamentalmente en los municipios más afectados. Las primeras acciones fueron básicas: cocinar y dar comida a los perjudicados, dar cobijo, mantas, velas, agua, lo que se necesita en esos casos, y se habilitaron puntos en estos municipios en iglesias, donde se dio un servicio de comidas. Durante dos semanas se atendieron a 800 personas diariamente, al principio.

Después, a medida que le iban estableciendo los servicios básicos, ya eso fue disminuyendo. Junto con esto se fueron entregando módulos de aseo, de alimentación, se fueron haciendo unas fichas, un levantamiento para la siguiente fase, en la que estamos ya desde hace dos semanas. Ahora se están entregando unos módulos a las familias que tienen una olla, tienen sabanas, toallas y vendrá la etapa de los colchones. Se está trabajando de conjunto con los trabajadores sociales, algo muy hermoso y muy importante porque ellos tienen sus listas, nosotros también, y vamos cotejando y vamos viendo quiénes clasifican o no, y si son verdaderamente damnificados para que les llegue la ayuda. Es de esa manera que se debe trabajar y así se está haciendo. Durante las primeras semanas, cuando fue muy mediático todo, la Iglesia dio una prueba de unidad extraordinario.

Allí juntos trabajamos lo mismo laicos, sacerdotes, congregaciones religiosas, voluntarios de Cáritas, agentes de pastoral; también el pueblo dio muestras de solidaridad. Los que estuvimos allí a pie de obra, en el lugar, pudimos constatar verdaderos gestos hermosos de solidaridad. Andújar ponía el ejemplo de las paladares dando comidas gratis, de personas que iban y entregaban las cosas a la Iglesia constantemente. Creo que fue una demostración del espíritu de solidaridad y nobleza entre los cubanos. Se vio gente sufriendo de verdad, gente conmovida. Creo que fue algo muy hermoso.

Ahora que acabó lo mediático la Iglesia tiene que seguir, porque mucha gente ya volvió a su rutina, se acabó lo que era noticia, ya estamos en otras noticias y la Iglesia sigue ahí a través de Cáritas en los lugares afectados. A esas familias habrá que acompañarlas durante mucho tiempo. Nosotros, como Cáritas, sabemos cuándo ocurre una emergencia; pero no sabemos cuándo terminamos de trabajar. Porque en Cuba todo es muy lento, ustedes saben la falta de abastecimientos que tenemos, visitar las casas, ver las necesidades, ir cubriendo esas necesidades de enseres del hogar, los colchones, ayudar a pagar los materiales de construcción. Es una etapa larga en que pedimos mucha colaboración del voluntariado, mucha oración de parte de todos también. Porque es un trabajo fuerte, estás todo el día chocando con la pobreza, con la miseria, con personas que exigen más y a veces no de la mejor manera. Y todo eso hay que hacerlo con una gran mirada misericordiosa, caritativa, sin perder la esencia de lo que hacemos, sin dañar.

Es un trabajo muy duro, pero muy hermoso. Creo que donde está el dolor es donde la Iglesia da más testimonio, y por eso la Iglesia cubana durante muchos años ha sido creíble, desde que tenía sus obras de asistencia social más institucionalizada hasta esta labor que se ha hecho en los últimos años con las distintas pastorales sociales, no solo Cáritas sino la Penitenciaria, la Pastoral de la Salud, etc. Hay un signo de la Iglesia que es la presencia en el dolor, en el mundo del dolor, en la pobreza, asistiendo, acompañando, promoviendo. He deseado hacerles este preámbulo de lo que ha hecho Cáritas de la Arquidiócesis de La Habana con respecto al tornado específicamente. Ahora voy a darle la palabra a la doctora Blanca Munster para que entre en el tema ya más concreto de «La solidaridad entre cubanos hoy. ¿Cómo podemos ser más solidarios?». Gracias.

Blanca Munster: Buenas tardes a todos y a todas. En primer lugar quiero agradecer al Centro Félix Varela la invitación. Después comentarles que yo soy economista, una economista que durante ya más de diez años está trabajando el tema de la solidaridad, la economía social y solidaria. ¿Qué queremos decir y cómo surge ese concepto? A veces pensamos en la solidaridad como experiencia o práctica religiosa o cosa de grupos comunitarios; pero cuando hablamos de la economía siempre pensamos en la definición más conocida de la economía, que se vincula siempre con escasez y rentabilidad. con aquellas actividades que son rentables económicamente, las que son valiosas. Pero cuando hablamos de la solidaridad dentro de la economía o de construir la solidaridad en las organizaciones económicas tenemos que partir de que históricamente el concepto que primero apareció fue
la llamada economía social, para luego denominarse economía social y solidaria. ¿De dónde provienen los inicios? Los inicios del concepto de economía social, antes de convertirse en economía solidaria, vienen de varias corrientes teóricas-ideológicas, desde el anarquismo, el marxismo y la tradición católica, y tienen que ver también con todo el proceso que se da en el desarrollo del capitalismo europeo, el proceso de industrialización.

La propia dinámica de la acumulación capitalista empieza a excluir a personas, a trabajadores, aumentan aquellas franjas de la población que no encuentran espacios dentro de las dinámicas capitalistas y comienzan los mismos trabajadores, las mismas personas, a construir formas económicas alternativas. ¿Alternativas a qué? A la lógica del capitalismo de aquel momento. Ahí es donde surgen las experiencias muy conocidas, los famosos pioneros de Rosdalt, las cooperativas, las mutualidades, las organizaciones sin ánimo de lucro, las experiencias comunitarias. Por primera vez se habla de economía social referida a esas formas de construir la economía que no partían de la escasez y la rentabilidad. La economía pasa a ser abundancia de recursos, sobre todo de personas, y también de la sostenibilidad de la vida.

O sea cambia el marco analítico. ¿Qué sucede? Que posteriormente el propio desarrollo del capitalismo, de la llamada sociedad del bienestar, de los regímenes de bienestar, hace que esas formas no encuentren un ambiente propicio, condiciones propicias. Es solamente a partir de la década del 70 del siglo pasado que empiezan a ganar mucha fuerza las experiencias de la economía social.

De acuerdo con el sociólogo francés Jean-Louis Labille la economía social de nuevo tipo empieza con experiencias de la forma de resistencia, las organizaciones económicas como las cooperativas, las mutualidades, las empresas auto-gestionadas por los trabajadores, los comedores populares, los circuitos económicos solidarios, las finanzas solidarias, el comercio justo, el fondo rotativo solidario. Es decir, hay una cantidad de experiencias y de organizaciones y formas económicas que están trabajando bajo una lógica diferente, una alternativa al capitalismo y también al socialismo autoritario.

Muchas de esas experiencias marcan distancia, son alternativas al modelo capitalista no liberal, pero tampoco quieren parecerse a las experiencias socialistas centralizadas, autoritarias; buscan una tercera vía o un tercer sector. Hay que señalar que la economía social y solidaria, que es el término que se empieza a utilizar a partir de la década del 70, muchos autores la llaman economía de la solidaridad, economía popular, tercer sector. Es decir, ustedes pueden encontrar muchas denominaciones a estas prácticas, que no son un bloque monolítico porque incluyen diferentes enfoques teóricos, a varios autores, diferentes lecturas y también prácticas. No podemos decir de que existe un bloque único, monolítico, en la manera de enfocar estas experiencias. Se puede distinguir, por ejemplo, que hay una escuela europea de economía social y solidaria que tiene un peso muy importante en Francia, en Bélgica, y está muy conectada con las experiencias de Quebec. Hay también una fuerte corriente de pensamiento y de prácticas latinoamericanas que comenzaron a partir de la década de los 80. El peso de esas contribuciones teóricas a esta nueva construcción y sus experiencias prácticas lo vamos a encontrar en países sudamericanos como Brasil, como Argentina, Chile y también de cierta manera en otros países como Perú y Bolivia. Estamos hablando de autores muy reconocidos como el brasileño Paul Singer, recientemente fallecido, que durante muchos años estuvo a cargo de la Secretaría Nacional de Economía Solidaria de Brasil.

Decía él que la iniciativa para construir esa nueva economía empezó por la Iglesia Católica. O sea, Cáritas Brasil fue la primera que comenzó a reaccionar ante la crisis de los 80 que empezó de forma devastadora a acabar con gran parte de la población más vulnerable del país y hubo personas que fueron excluidas de la lógica capitalista. A Cáritas Brasil le siguieron otros movimientos sociales, por ejemplo el Movimiento Sin Tierra Brasileño, que hoy por hoy es el principal exportador de arroz orgánico en el mundo, y sindicatos, empresas auto-gestionadas por los trabajadores, que eran empresas que quebraron y los trabajadores asumieron el control y la gestión de ellas. Tenemos otro ejemplo: Luis Razeto, un economista chileno que ha trabajado mucho el llamado factor C de la economía solidaria. Me explico: la economía solidaria tiene que basarse en factores como la colaboración, el colectivo, la cooperación; implica no solo una nueva economía sino también nuevos objetos, identidades y subjetividades que van cambiando. Mencionaré también a José Luis Corallo, de Argentina. Ya tenemos una producción teórica muy rica, muy importante dentro de América Latina, pero también tenemos experiencias prácticas. Hay experiencias que han sacado de la pobreza a territorios, son experiencias que tienen un anclaje local. Porque el territorio, la localidad, es el espacio más cercano a las necesidades de las personas y los intereses de las personas, no a nivel macro.

Se han hecho experiencias locales que han sacado de la pobreza a muchas personas, como la experiencia que ha tenido el grupo social Salinas, en el Ecuador. Hay datos que he traído: por ejemplo, los grupos de economía solidaria son parte de los grupos de expertos de las Naciones Unidas, que declara que el sustento diario de más de 3 000 millones de personas, más de la mitad de la población mundial, es facilitado por empresas de economía solidaria. La crisis europea, por ejemplo, muchas personas la han logrado sortear porque han integrado organizaciones de economía solidaria, que son el 10% del total de las empresas en la Unión Europea y son responsables del 18% del empleo. También hay datos que muestran que aquellas empresas y organizaciones que se han movido a través de finanzas solidarias han logrado sobrevivir y resistir la crisis en comparación con otras entidades bancarias que se mueven bajo las lógicas capitalistas.

Quiero añadir que no solo el movimiento de la economía solidaria se ha movido a nivel de territorio o de naciones, sino que también hay redes internacionales muy potentes, muy poderosas. Nosotros pertenecemos a la red Ripes, y en 2007 se hizo en Cuba un encuentro y por primera vez en nuestro país se expuso el tema de la economía solidaria y las experiencias solidarias. Fue un encuentro de Ripes Internacional, una organización intercontinental para la promoción de la economía social solidaria, que articula redes de todas las regiones. Yo acabo de regresar del último encuentro, que se desarrolló en Costa Rica, y la próxima semana se realizará un encuentro internacional en España para el foro del año 2020, que estará dedicado a las economías transformadoras.

El Foro Social Mundial es una forma de unir y articular. Las experiencias de la economía solidaria se nutren y se conectan con otras economías alternativas, como por ejemplo la economía feminista, también tiene puntos de contacto con la llamada economía del buen vivir, las teorías de decrecimiento o las llamadas economías ecológicas. La economía solidaria es un proceso que está en construcción, no se ha acabado y muchos consideran que es una forma de transición, que la economía solidaria no es el fin, es un medio y como proceso de construcción tiene aciertos y también tiene contradicciones.

Migdalia Dopico: Le doy la palabra ahora al doctor Ovidio D’Angelo.

Ovidio D’Angelo: Viene muy bien la panorámica que ha dado Blanca porque nos sitúa en el campo contextual. Yo me voy a concentrar en tres aspectos de nuestra realidad, de cómo esta visión panorámica que ha presentado Blanca, muy interesante, pudiera estar impactando nuestra realidad social y económica, y entonces voy a hacer algunas breves alusiones a algunos aspectos desde una visión crítica, constructiva, de la realidad de estos procesos en nuestro país. Voy a destacar fines, dilemas y desafíos desde mi punto de vista, en el que podemos coincidir o discrepar. Un primer aspecto sería las llamadas formas de gestión
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no estatal establecidas en los Lineamientos de nuestro país, que le han dado una apertura a otras formas cooperativas más allá de las agropecuarias históricas que tienen otro origen y proyección a las cooperativas no agropecuarias y a la ampliación del trabajo por cuenta propia. Como decía Blanca, hay diferentes denominaciones para este campo de la economía social, algunos autores la consideran como economía popular y solidaria y comprendería no solo cooperativas, mutuales, etc., sino también emprendimientos familiares y emprendimientos comunitarios. Lo importante de esto es que esa noción de economía solidaria diversa, múltiple, que se ha ido gestando a lo largo del tiempo, se ha ido basando mucho en los principios de la asociación cooperativa internacional, que son los principios que de alguna manera esbozaba Blanca, y tienen que ver con la autonomía de los emprendimientos, tiene que ver con la participación democrática en las decisiones y en las ganancias y en la distribución de las ganancias de los emprendimientos, tiene que ver con el apoyo social al entorno comunitario territorial, sobre todo en aquellos casos de vulnerabilidades y de dificultades de distintos tipos. Básicamente estos son aspectos que se han ido asumiendo como principios de la economía social y solidaria. Ahora cabría preguntarse si hay una cierta distinción.

Blanca se refería a esto como una forma alternativa de tres sectores de la economía: el sector público, el sector privado y un sector que puede ser el de la economía social. Una primera pregunta, ¿hasta qué punto estos tres sectores no podrían asumir los principios solidarios que se plantea por la asociación cooperativa internacional en diferentes grados, de diferentes maneras, de diferentes formas? En nuestra situación, la economía estatal se dio por sentado que era social en sí misma porque todo lo que se produce se redistribuye socialmente de alguna manera, pero asumió formas tradicionales propias de las corporaciones empresariales de cualquier tipo y con estilo de dirección y formas de relaciones que asemejan mucho a las empresas de tipo capitalista donde hay un dueño, un director, un patrón y obreros que no tienen participación, o muy poca, y tampoco tienen un control sobre las decisiones que se tomen sobre cómo se van a distribuir socialmente esos fondos.

De manera que nuestra empresa estatal, por su forma, se asemeja mucho a una empresa capitalista, mientras que su fin social está fuera del control de la sociedad civil, y me refiero a la ciudadanía. En esto valdría la pena reflexionar. Por otro lado, también el cuentapropismo, que ha surgido limitado y que ahora se ha ampliado en la Constitución a la propiedad privada de manera más explícita, también viene por la vertiente de lo que decía Blanca al principio, por una vertiente originalmente economicista en búsqueda de una reproducción ampliada que genere ganancia, que produzca ampliación y crecimiento, cosa que no está mal. El asunto radica en cómo se aplica aquí también otro concepto que viene de otro ámbito y no solo de la economía solidaria, que es el de la responsabilidad social empresarial. En este centro, aquí, Cuba Emprende, ha tenido también eventos sobre este tema muy interesantes, con emprendedores y cuentapropistas.

Entonces, la cuestión es: ¿la economía social y solidaria podría ampliar sus márgenes a otras formas socioeconómicas, no solo a las que ha estado originalmente destinada? Es decir, ¿hay cuentapropistas que pueden ser solidarios? Aquí vamos a ver un caso. Hay empresas públicas, para no llamarles estatales en el caso cubano, porque las empresas públicas en otros países, incluso capitalistas, tienen un alto porciento. Yo creo que en Colombia son el 77% de la economía o algo así. ¿Las empresas públicas pudieran asumir formas de relación solidarias donde exista la aplicación de estos principios solidarios de redistribución, autonomía, participación en las decisiones, etc.? Hay un documental muy interesante que siempre traigo a colación, de Michael Moore, que todos conocemos: ¿Qué invadimos ahora? Él presenta una experiencia muy interesante en una empresa capitalista en Italia, de fabricación de motos, y él se asombra de que en esa empresa hay comisiones de trabajadores que participan en las decisiones, hay una redistribución de las ganancias en forma de muchos beneficios a los trabajadores y a la comunidad. Es decir, que de alguna manera es una fórmula que dentro de la propiedad privada aplica una responsabilidad social que tiene también una ampliación hacia principios de economía solidaria. Ese es mi punto de vista como propuesta y la comparto con Corallo y con otros autores.

Yo pienso que la economía en realidad debe tener en su conjunto un fin social, y creo que esto es un gran desafío, un desafío socio-económico porque le plantea una estructuración económica a los actores y unas organizaciones desde la práctica de las redes colaborativas muy diferentes a la que existe. También representa un desafío cultural tremendo. Blanca mencionaba las experiencias en Brasil; yo he estado también en Brasil y en otros lugares y hay lo que le llaman las cooperativas y las falsas cooperativas. Porque el movimiento cooperativo agrupa un conjunto de socios que pueden, efectivamente, tener todo un conjunto de beneficios en común, pero pueden también deformarse como sociedades dependientes de corporaciones capitalistas y tener en el fondo una finalidad de ganancia más que de solidaridad. Y nuestras cooperativas, que muchas han surgido de manera muy rápida, sin todo un proceso de aculturación en los elementos de solidaridad inmanentes a esta forma, igual que pasó con el cuentapropismo, que nació de un día para otro, se hizo una gran ampliación de este proceso sin tomar en cuenta que esto requiere todo un trabajo de aculturación con respecto a cuáles son los fines reales y los valores para los cuales estas formas son alternativas complementarias.

La asociación cooperativa se considera que surge sin fines de lucro, esa es una opción; no es que todas las formas de propiedad tengan que surgir sin fines de lucro, pero la cuestión está hasta dónde esto nos lleva a una desigualdad social extrema o produce un enriquecimiento social a través de una redistribución y normas que se puedan implementar. La otra cuestión sería el tema de la asociatividad. En realidad las formas cooperativas han tenido una evolución en el mundo de manera que se han convertido en cooperativas de primer orden, segundo orden, etc.

De igual forma, las PIME privadas también han constituido gremios porque de alguna manera articulan sus agendas, articulan sus intereses, sus necesidades. Nosotros tenemos todavía esta carencia; los cuentapropistas no tienen formas asociativas; la ANAP, sin embargo, sí tiene formas asociativas para formas que son supuestamente cooperativas y no son tan cooperativas. En muchos sentidos son asociaciones de propietarios como las cooperativas de créditos y servicios, pero están incluidas y están formalizadas en formas asociativas. Es muy difícil poder incluirlas, que sería otro punto como un desafío. ¿Cuál es el aporte posible de estas formas de propiedad al desarrollo terri torial y local, y en general al desarrollo del país si desde el propio gobierno municipal ahora comienza un proceso de autonomía que debería tomar esto en cuenta? Si desde el propio gobierno municipal estas cuestiones no son atendidas, no hay articulaciones, los cuentapropistas están todos dispersos, cada uno vela por sus propios intereses, lógicamente, y una parte de ellos, como es el caso que vamos a ver, tiene también un fin social importante y puede contribuir, pero no están agrupados.

En las cooperativas pasa lo mismo, están dispersas las no agropecuarias y no contribuyen de una manera articulada a los planes, o no son parte tampoco ni decisores en los planes de desarrollo territorial. Es decir, que estos son algunos de los desafíos, algunas de las provocaciones que deseo plantear. Gracias.

Migdalia Dopico: Muchas gracias, doctor. Le damos la palabra a Francarlos Porras, director de una empresa privada.

Francarlos Porras: Buenas tardes y muchas gracias por la invitación. He escuchado atentamente cada
una de las intervenciones que se han hecho y créanme que inicio estas palabras con un sentimiento de regocijo personal muy intenso por dos razones: la primera es que el poder de Dios es tan grande que hoy me ha puesto en esta silla a representar a un grupo de jóvenes emprendedores cubanos que disfrutamos el privilegio de ser responsables sociales. Y fíjense que comienzo con estas palabras porque supuestamente vengo en representación de proyectos privados exitosos que son responsables sociales, pero llegar aquí hoy ostentando quizás ser el representante de un proyecto exitoso no salió de la nada. Yo fui uno de los niños humildes nacidos en una familia muy humilde en un pequeño pueblo de campo que en la década de los 90, gracias a Cáritas, desayunó con leche en polvo donada por Cáritas. Cuando escuchaba las palabras de inicio del trabajo que se venía haciendo en Cáritas desde los años 90, esos recuerdos de alguna manera vinieron a mi memoria y entendí por qué Dios, de alguna manera, me había dado la posibilidad de poderme sentar hoy ante ustedes a transmitir estas palabras.

El mensaje que quiero de alguna manera expresar en este momento es que los ciclos de amor de alguna manera se cierran; pienso que la solidaridad, estemos en la categoría o en el sector que sea, cuando parte de un profundo sentir humano, de dar amor sin esperar nada a cambio, se convierte en la esencia de la solidaridad plena. En mi formación personal ha sido un deber espiritual, un deber social, la solidaridad. Aquel niño creció visualizando esa muestra de amor, que en determinado momento pudo haber sido insignificante para un niño, pero hoy me doy cuenta que todo eso tiene que ver con la formación de un individuo, la formación de su personalidad. Y después de este preámbulo aterrizo en lo que es realmente hoy una visión de solidaridad en una comunidad en la cual me desempeño y es donde está enclavado el proyecto económico que tenemos y el cual desarrollo. Se llama Taller «Entimbalao» y es un proyecto que surge de la idea de un taller de chapistería y pintura en una comunidad que tiene una larga reputación de barrio marginal, de barrio desfavorecido, que en los días de hoy es más publicidad que otra cosa. Porque es un barrio humilde, pero con una cantidad de personas tan bellas como cualquier otro barrio de La Habana; es más publicidad que otra cosa. En el ambiente de esta comunidad nos hemos insertado tratando de no ser solo un proyecto de negocio privado, sino un proyecto que se preocupa por desarrollar la cultura, que se preocupa por las carencias que las gentes puedan tener. Y no me refiero a carencias económicas, sino de varias índoles, desde el punto de vista sobre todo cultural, y cuidar a los trabajadores del proyecto y sembrar la ilusión de que si a mí me ha dado resultado tener estas ideas de ayudar al prójimo, eso puede ser imitado.

Alguien me decía, desde el punto de vista económico, que hacer el bien es también un buen negocio. O sea, no solo la satisfacción personal y de alguna manera la buena labor de hacer el bien se puede contabilizar. Desde el punto de vista económico, cuando usted brinda un servicio y tiene un cliente que conoce que usted está haciendo el bien, o que de alguna manera es socialmente responsable, yo como cliente escojo quién me va a dar el servicio, si una persona que es un explotador o una persona que tiene inclinación por brindar servicios sociales. Sencillamente yo como cliente voy a tomar la decisión de preferir a esta persona que tiene una responsabilidad social; eso es bueno para nuestros negocios y es una manera de retroalimentar al cliente.

Así no solo la empresa en cuestión está creciendo, sino que con algún porciento de su aporte está beneficiando a la sociedad. Un pueblo como el nuestro, que tiene la identidad cultural de preocuparnos de alguna manera por los problemas de los demás y no vivimos enajenados con que solo yo importo y solo mis problemas son los que me duelen, la solidaridad debe prevalecer. Un poco de eso ha llegado al sector privado, al sector cuentapropista, lo que puede ser una fortaleza muy grande. Pero corremos también el riesgo de que el enfoque que tengan los proyectos cuentapropistas sea más dirigido a la producción y a los recursos económicos que esta genere, y desligarnos completamente de este proyecto de acercarnos a la responsabilidad social y ver cuan productivo podamos ser para nuestra sociedad. Yo tengo solamente 35 años y llevamos 3 años trabajando en el proyecto «Entimbalao»; mi filosofía muy personal no es pedir permiso para hacer las cosas, es averiguar quién es el que no me lo va a dar para entonces después enfrentarme a él. Si tenemos el deber de hacer cosas por los demás no vamos a esperar a que se nos den los permisos establecidos burocráticamente para poder tomar las acciones sin esperar reconocimientos personales ni remuneraciones.

Sencillamente hacer el bien en función de mejorar nuestro radio de acción y poner el granito de arena en el pequeño barrio donde estamos. Cuando eso se hace de buena voluntad se puede lograr y puedo decir en este minuto que nosotros lo hemos logrado y que a pesar de todos los desafíos, de todas las regulaciones que en lo adelante vendrán con nuestra nueva Constitución, pienso que hace más el que quiere que el que puede. En mi criterio personal, pienso que se me acabará la vida y no estaré dispuesto a esperar siempre que las condiciones sean las óptimas. Yo quiero hacer las cosas y las quiero hacer ya. Y quisiera terminar recordando un pasaje bíblico que quisiera que quedara como las palabras finales de mi intervención: Hay tres cosas importantes, la fe, la esperanza y el amor, pero sobre todo de las tres la más importante es el amor. Nuestra solidaridad la hacemos por Cuba y la hacemos por amor. Gracias y buenas tardes.

Migdalia Dopico: Agradecemos a los tres panelistas sus enfoques sobre la economía solidaria, el sustento teórico y también los retos de la economía solidaria y del cuentapropismo hoy en Cuba. Francarlos hablaba de la experiencia particular de su negocio privado, pero también hacía énfasis en la solidaridad y en la mejoría del entorno. Ahora vamos a abrir el debate pero yo quiero poner dos o tres puntos sobre la mesa para que los tengamos en cuenta también en el debate.

Porque quizás, como se ha hecho énfasis en la economía solidaria y la solidaridad entre cubanos y cómo podemos ser más solidarios, yo pienso que tenemos que tener en cuenta, por ejemplo, la pérdida de valores, el contexto socioeconómico complejo que tenemos, la solidaridad, como decía Francarlos, que está en nuestro ADN. Pero en estos momentos creo que esa solidaridad ha disminuido, está en los mismos niveles que años atrás por la poca cultura de voluntariado que hay en Cuba. Porque se ha malentendido lo que es ser voluntario, trabajo voluntario y todas estas cosas. Entonces, ¿qué cultura de voluntariado tenemos?

Particularmente en Cáritas nos basamos mucho en el trabajo voluntario de las personas, en su disponibilidad, pero a nivel social, ¿cómo es visto eso? Son otros puntos que no debemos dejar de tener en cuenta en nuestro análisis, que no sea solo la parte de la economía sino tener en cuenta la economía solidaria hoy con sus retos. Ahora abrimos la posibilidad de las intervenciones.

Enrique López Oliva, periodista y profesor de Historia de las Religiones en la Universidad de La Habana. Yo quisiera tocar un punto a la inversa: la insolidaridad. No podemos hablar de solidaridad sin referirnos a la insolidaridad, que es muy compleja, tiene muchos factores. Aquí traigo un libro que está circulando ahora, aunque se publicó hace unos años, que se titula Imperio con imperialismo. La dinámica globalizadora del capitalismo neoliberal. No podemos ignorar el momento histórico que vive el mundo, entre ellos Cuba, y no podemos olvidar que hay una creciente insolidaridad porque hay cada día un mayor individualismo, porque hay una crisis en las instituciones que sostenían hasta hace años la sociedad. Las familias están en crisis inclusive en nuestro país.

Hay un incremento del divorcio, pero hay un incremento también de las parejas que ya no se casan, pues piensan, por una serie de factores, en Cuba y en otros países, que no tienen un futuro asegurado. Yo diría que a estos elementos, como la globalización de los problemas que inciden en todos los países, Cuba no es ajena, no es ajena a lo que pasa en el resto del mundo. Tampoco lo son las instituciones cubanas. La Iglesia Católica atraviesa una gigantesca crisis mundial por el escándalo de los sacerdotes pederastas, y ha tenido que indemnizar, en los Estados Unidos y en una serie de países, a los muchachos y a las niñas violadas por los sacerdotes. Ese escándalo obligó al papa Francisco a hacer hace poco una reunión con todos los cardenales para tomar una serie de medidas internas.

Eso afecta a las instituciones de una credibilidad internacional, pero también esa credibilidad afecta a las Naciones Unidas, afecta las relaciones entre los países, la situación que tiene hoy Venezuela, la situación que tiene Nicaragua, la situación que tiene México con una invasión de emigrantes. Ahora mismo está anunciada una marcha gigantesca que sale de Honduras rumbo a México para tratar de llegar a Estados Unidos. Y los conflictos que hay en las maquiladoras, en todas esas industrias de la frontera entre México y Estados Unidos, ahora con el muro que se ha establecido. Hay toda una serie de factores, como el problema es la comunicación. A mí me pasó recientemente con una intervención mía en este espacio que salió por internet fuera de contexto histórico.

Yo soy periodista, yo sé que los periodistas citamos, pero yo creo que las cosas no se pueden sacar de contexto porque alteran el análisis. Si tú sacas las cosas de contexto tú alteras los análisis; no es lo mismo lo que uno dice en este debate aquí que lo que puede decir un sacerdote en un culto o un pastor evangélico o lo que puede decir un maestro en un aula ante unos alumnos. Los contextos son determinantes. Porque no nos engañemos, hay una historia leída y otra historia vivida.

William Bello, coordinador del programa Oasis de Responsabilidad Social Empresarial del proyecto Cubaemprende. Buenas tardes. Yo traigo un mensaje un poco más optimista; a mí me ha tocado liderar de alguna manera una corriente, quizás optimista, de solidaridad en el sector privado en Cuba. Cuando nosotros empezamos a trabajar en el tema de la RSE, y he tenido el privilegio de colaborar con alguno de los panelistas, íbamos a trabajar en un sector que intentaba ser socialmente responsable, pero que no se deslindaba de muchos estigmas que de alguna manera juzgaban su gestión.

En un principio estos estigmas estaban dirigidos fundamentalmente a que se era solidario como una estrategia empresarial, para maximizar los beneficios que podían obtener estas empresas. Nosotros íbamos también con el criterio de que muchos de estos negocios apostaban por ser solidario como una manera de eliminar vulnerabilidades del propio contexto de emprendimiento en Cuba, pues ya las tenían. Y en una investigación que hicimos al inicio fue para nosotros una sorpresa percatarnos de que los negocios privados en Cuba no iban a estrategias de responsabilidad social porque eso eliminaba vulnerabilidades, porque era a la larga todo lo contrario: aumentaba los riesgos por los cuestionamientos que este tipo de aptitud traían de cara a otros actores de la sociedad.

Realmente fue muy gratificante percatarnos de que la gente era solidaria porque ser solidario es parte de la idiosincrasia que nosotros tenemos, una idiosincrasia que ciertamente se ha reforzado mucho en los últimos 50 años. En algún momento pensamos que en los años 90, con la crudeza del período especial, se había extinguido la solidaridad, pero todavía está latente. Muchos de esos emprendedores que hoy lideran las acciones de RSE en el contexto del emprendimiento cubano no encontraban toda su realización en los beneficios económicos y tenían que buscar más allá, tenían que ver cómo su trabajo impactaba más de manera positiva en la sociedad, y encontramos que muchos de esos emprendedores habían sido en otro momento un pediatra, uno de esos pediatras cubanos que a veces no tienen hora de terminar mientras haya gente que necesita de sus servicios como médicos.

Y eso que habían aprendido como médicos pues también lo estaban llevando a la gestión de su negocio. Por eso pensamos que todavía esa solidaridad existe, que al margen del sector donde estemos vamos a seguir siendo solidarios porque eso forma parte de nuestra idiosincrasia y de lo que somos como cubanos.

Migdalia Dopico: Muchas gracias. Julio, por favor.

Julio Pernús, redactor de Vida Cristiana, boletín de la Iglesia Católica. Quiero agradecer al panel por sus intervenciones. Migdalia y yo fuimos compañeros de trabajo un tiempo en Cáritas y por tanto este tema de la solidaridad lo siento muy cerca.

Cáritas se define a sí misma como la caricia de la Iglesia al pueblo y yo creo que ha sido esa también una parte importante de su historia: una caricia, una salvación, y me alegra que se estén dando todas estas posibilidades de trabajo mancomunado Iglesia-sociedad. Porque creo que el futuro va hacia ahí, hacia esa construcción de la amistad social que el papa Francisco nos dijo a los jóvenes aquí precisamente, frente a esta institución. Siento que a partir del tornado se manifestó o salió a la luz pública todo lo que estaba pasando desde antes en una sociedad civil cubana diferente, que se venía gestando a partir, sobre todo, como bien dijo el profesor Ovidio, de los Lineamientos del 2008.

Ya venía ocurriendo un cambio en cuanto a la capacidad del cuentapropismo de organizarse, de actuar, pero también pienso que otros sectores de manera individual salieron a la calle con motivo del tornado a dar su aporte, y esto desbordó la realidad del país. Porque el país, las instituciones que toman las decisiones, no estaban preparados para recibir tantas cosas y donativos y entonces un poco asustaron. Al mismo tiempo se dieron diferentes fenómenos vinculados a la solidaridad. Porque hubo quien aprovechó también esta calamidad para hacer su propia campaña y utilizarla para legitimar quizás más allá de lo debido su ayuda humanitaria. Eso también se pudo ver con motivo del tornado.

Para mí la solidaridad debemos también pensarla desde el modo en que vamos a ir construyendo cada día. ¿Por qué? Porque un factor importante, y no sé si venga también a colación, es el de la gratuidad. Hay muchas personas a las que se les mantiene una cantidad de productos, una cantidad de artículos que vienen desde el gobierno que los ayuda a sobrevivir; pero ya todos no estamos en la misma situación económica. Por eso yo vengo haciendo la pregunta en algunos de mis artículos: ¿cómo vamos a hacer que esa ayuda sea efectiva? Hay que ir y comprobar a qué persona le hace falta la ayuda. Porque a veces pensamos en repartir en la cuadra una caja de pollo para todo el mundo, y hay quien ya tiene cinco. Entonces quizás sea hora de irnos replanteando cómo vamos a dar esa ayuda solidaria, ese mantenimiento, para que la solidaridad siga prevaleciendo y en verdad beneficie a esos sectores desfavorecidos. Estamos en un momento histórico importante porque a partir de ahora yo creo que el concepto de solidaridad puede sufrir cambios radicales a nivel internacional, sobre todo por lo que pasa en Venezuela. A través de la televisión vi esos camiones con víveres en la frontera, supuestamente la ayuda humanitaria. Es una solidaridad que se emplea como una variante también de invasión. ¿Cuál es el objetivo realmente de este tipo de solidaridad? Eso nos obliga a replantearnos el asunto y ofrecer cada vez con más transparencias las ayudas que puedan llegar de manera directa al pueblo. Porque está la pregunta: ¿qué hay detrás de la solidaridad? Esa sería una buena pregunta. Porque hay personas que dan algo, pero a cambio. No todo es el amor extremo ese de que te voy a dar la comida toda la vida, sino que mira: te voy a dar esto, pero después tú me tienes que responder a una serie de compromisos. ¿Cómo se puede manejar esto y alejarlo de proyectos como Cáritas y Oasis, que son proyectos que buscan el bien público? ¿Cómo se puede generar también que ese bien público sea sustentable? Porque para eso se necesitan fondos. Yo creo que la gente tiene que ir pensando en cómo vamos a mantener estas instituciones y cómo desde Cuba se puede hacer un aporte. Me gusta mucho la idea de las relaciones de la sociedad y que haya un vínculo estrecho con la Iglesia. Porque hay empresas que son exitosa, empresas que tienen una economía importante, y a lo mejor se lograra tender un puente constante entre los emprendedores y algunas instituciones como Cáritas. Eso nos ayudaría mucho en el dialogo.

Migdalia Dopico: ¿El panel quiere comentar algo de lo dicho?

Blanca Munster: Primero, agradecer los comentarios, que realmente han incorporado aristas y matices muy interesantes que complejizan este fenómeno. Solamente quiero señalar algunas ideas básicas sobre algunos de los comentarios. Porque como decía López Oliva los contextos son importantes y no solo incluyen dinámicas muy contradictorias, sino por ejemplo dinámicas puramente económicas, culturales, políticas y de todo tipo. Recuerdo que cuando comenzó la llamada globalización neoliberal surgieron movimientos antiglobalizadores. Y estos movimientos de economías solidarias dijeron no, nosotros no somos antiglobalizadores, nosotros estamos a favor de la globalización de la solidaridad. Porque pensamos que lo que no queremos es este tipo de modelo, pero si estamos a favor de que exista una globalización de la solidaridad y esta se transmita en términos de valores, principios y culturas que tienen que tener como sujeto esta forma económica de organización emancipatoria. Una sociedad y una persona totalmente diferente a la que está bajo la lógica del capital. Es importante señalar que son prácticas que quieren transitar desde el asistencialismo. Porque no queremos sociedades de caridad.

El verdadero amor está no en dar lo que te sobra sino en compartir lo poco que tienes, es transitar de sociedades que se nutren del asistencialismo o del paternalismo. Es transitar de esas formas prácticas y de sujetos que realmente se puedan autogestionar, que puedan generar formas que transformen esas relaciones. La solidaridad, no solo en Cuba y en América Latina, es anterior a todas estas formas económicas. Nosotros hablamos ahora del tornado en La Habana, pero salgamos de La Habana: en otros territorios, en zonas rurales de las provincias orientales vamos a encontrar un menor cuentapropismo, sobre todo en las zonas rurales.

Yo que he trabajado, por ejemplo, en acompañamiento a mujeres rurales en Granma, en zonas como Bartolomé Masó y Buey Arriba, que son zonas rurales pobres y donde encontramos muy poco cuentapropismo, prácticamente no existe, porque más bien existe el sector cooperativo o privado campesino, hallamos muchas experiencias y prácticas comunitarias de solidaridad entre las comunidades, de reciprocidad.

Alguien hablaba de la reciprocidad: tú me entregas amor y yo a cambio estoy obligado a entregarte ese mismo amor, esa misma solidaridad. Hay muchas experiencias que muestran que la solidaridad se viene dando en Cuba de diferentes formas, con diferentes matices e identidades, lo que muchas veces están invisibilizadas y solo las vemos cuando aparece un evento terrible como este del tornado, que ha sido mediático, y a veces se ocultan otras formas de solidaridad, de reciprocidad, de colaboración que existen en otros territorios fuera de aquí, de La Habana, y del sector urbano.

Ovidio D’Angelo: Yo tengo una nieta con capacidades especiales que está en un proyecto de Cáritas y ha desarrollado realmente muchas nuevas opciones de vida y me parece que es un proyecto muy importante para difundir y establecer relaciones solidarias entre las personas y con un sentido de misericordia. Quiero retomar lo que decía Francarlos sobre el tema de que en última instancia la solidaridad es una expresión de amor, de amor por el otro, de amor por todos. En la psicología se ha tratado mucho desde la filosofía del ser y el tener.

Yo creo que eso está presente en nuestra sociedad muy fuertemente. Migdalia hablaba de la crisis de valores. Bueno, siempre se ha hablado, históricamente, desde los griegos, de la crisis de valores. Siempre ha habido crisis de valores en distintas etapas y el contexto se complejiza y se profundizan los problemas; pero en realidad, en el fondo, a mí me parece que se resume en una expresión popular: la mala yerba se extiende espontáneamente. Un jardín hay que cultivarlo, y el cultivo del ser, de la persona humana, tiene que venir acompañado de muchos factores que tienen que ver también con las relaciones sociales, con las crisis institucionales, como planteaba López Oliva, y en determinados momentos las crisis generacionales también, los modos de posicionamiento generacional, que a veces son fuertes y chocan.

En determinados momentos la sociedad se divide entre ortodoxos de una generación y rebeldes de una generación, que quieren también exponer su posición. Hoy tenemos, yo diría que un valor supremo en muchos sectores, y no solo de jóvenes, también de adultos, por el consumismo, por el modelo consumista, no un modelo de frugalidad, un momento de vivir con lo que se tiene, del disfrute, como decía Francarlos, de yo tengo y me regocijo cuando comparto y doy beneficio a los más desvalidos, a los demás. Martí decía una frase que todos conocemos: «Ser cultos para ser libres», pero que termina con el tema de que para ser libres también hay que ser prósperos. Entonces surge una dilemática en el balance entre la filosofía del ser y el tener. Hay que buscar un balance, no se trata de desposeerse de bienes o de relaciones de influencias porque en realidad se necesita también un nivel mínimo de decoro y de vida digna para poder ser. Porque desde la miseria y desde el fondo del pozo es muy difícil ser persona y se llega a la animalidad.

Aquí hay algo que me parece muy interesante: ese balance social que habría que cultivar, que habría que retomar con mucha fuerza, que es el balance entre el ser y el tener, una cosa que quería plantear y que pasa no solo por el tema del cultivo de la educación, de la prédica de valores, sino que abarca también el carácter de nuestras instituciones, de nuestras relaciones sociales. López Oliva hablaba de la crisis de la familia, de las crisis en otros ámbitos institucionales, pero tendríamos que ver también el tema de las crisis de gobernabilidad y de representatividad real. Ojalá que este tema de la autonomía municipal y lo que se ha estado planteando en algunos textos fundacionales, se retome con fuerza para la participación social como sentido de pertenencia real y de influencia real en todos los niveles de la sociedad. Eso sí garantiza de alguna manera que podamos llegar a ser socialmente ser.

Francarlos Porras: Prometo ser breve. Voy a referirme a la igualdad. Yo recordaba la definición de igualdad, recibir igualitariamente recursos y bienes. Indiscutiblemente hay otro concepto que vino a mi mente y es la equidad. ¿Son sinónimos? No, precisamente. Analizando esos principios de igualdad y equidad en justa medida tenemos una oportunidad desde los proyectos cuentapropistas, de la pequeña empresa; se trata precisamente de poder aunar esfuerzos, unificar personas de buena voluntad con la intención de ser solidarios en función de lograr esto que ya se ha venido manejando como economía solidaria, sobre todo buscando la posibilidad de generar riquezas para poder definir qué vamos a compartir. Porque para poder ayudar hay que generar riquezas. No regalar el pez, sino enseñar a pescar. Martí decía que la mejor manera de decir es hacer. Quizás por ahí vaya nuestro futuro.

Migdalia Dopico: ¿Otras intervenciones?

Jorge Bonilla, jurista, informático y profesor de personas con necesidades especiales. Buenas tardes. Más que un comentario deseo hacer una exhortación para tender puentes en función de beneficiar a las personas con necesidades especiales. Durante los últimos años yo he desarrollado proyectos para capacitar en el emprendimiento a personas discapacitadas a partir de las posibilidades de empleo que se les genera a estas personas, enseñarlos a emprender. Es una experiencia que llevamos en el proyecto Cuba Empresa. Básicamente mi exhortación va en función de que el sector empresarial, aunque incipiente todavía en Cuba, se encargue también de desarrollar proyectos que beneficien a discapacitados físicos y a personas con discapacidad intelectual.

En este momento me encuentro haciendo programas, como profesor de informática que soy, para enseñar lo necesario en informática a personas con necesidades especiales, y mi idea es básicamente encumbrar estos proyectos y generalizarlos por el país porque creo que las personas con necesidades especiales necesitan, requieren, de este proyecto y sería una cuestión de responsabilizar socialmente a nuestros incipientes empresarios. Esa es mi exhortación. Muchas gracias.

Rodolfo Romero, médico. Muchas gracias al panel. Vivo en Regla y el tornado lo viví en vivo y en directo. Y pienso: el sustrato cubano es cristiano, y por lo tanto pienso que la solidaridad es una condición casi sine qua non del cubano. Por eso nuestra Iglesia con sus luces y con sus sombras, nos formó; nuestros abuelos, nuestros bisabuelos tuvieron una formación cristiana y eso al final siempre queda.

Nosotros vivimos en Regla la realidad del tornado y yo me sentí muy feliz al ver a esos jóvenes cuentapropistas cómo, espontáneamente, llegaban a aquel lugar y cómo daban ayuda. Cuando las paladares comenzaron a repartir comida los damnificados preguntaban ¿a cómo van a vender los platos? Y cuando respondieron que los iban a regalar la gente se quedó con la boca abierta.

Todos sabemos las dificultades que tienen nuestros cuentapropistas para salir adelante; esta no es una sociedad que les facilita a los cuentapropistas su actividad. En Regla, en Guanabacoa, en 10 de Octubre, ¿a quiénes se les cayó la casa? A la gente que tenía las casas en mal estado. Y los cuentapropistas no son los que pueden resolver este problema en Cuba, sino el Estado. ¿Por qué en este momento hay cemento, hay arena, hay de todo? Porque sencillamente aquí la economía es estatal, señores. ¿Y por qué a toda esa gente se les cayó la casa? ¿Por qué esa misma solidaridad no es permanente? ¿Por qué no se hace una planificación para que la gente que tenga su casa en mal estado el Estado se las arregle? Ahora, de corre-corre las están arreglando, porque viene Díaz-Canel y esto hay que hacerlo en tres días, hay que pintarlo ahora mismo. Yo trabajo en el policlínico de Regla, que se reinauguró el 23 de febrero, el día antes de la votación de la Constitución porque iba a ir Díaz-Canel. ¿Por qué si al policlínico hacía rato que había que darle mantenimiento? Ahora, como ocurrió el tornado aparece entonces la economía estatal, que tiene todas las posibilidades, muchas más que los cuentapropistas, para resolver los problemas. ¿Por qué la solidaridad estatal no es permanente y en todos los municipios no se van dando poco a poco ayudas para que el fondo habitacional mejore? Ahora dicen que hay que hacer una casa diaria, supuestamente, y fabricar materiales.

Todavía yo no he visto ninguna hacerla y ojalá esto resuelva, pero el plan es para el año 2040, yo no lo voy a ver. ¿Para qué yo quiero que me hagan una casa cuando ya prácticamente me esté muriendo? Yo pienso que la solidaridad cubana está dentro de nuestro corazón, pero la solidaridad lleva dinero y la solidaridad lleva materiales, y eso no lo pueden resolver solo los cuentapropistas. Y recuerdo ahora la famosa frase de María Teresa de Calcuta, cuando dijo: «A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota».

Yo pienso que lo que hicieron los cuentapropistas vale, y realmente me sentí estimulado por aquellos muchachos que daban su comida gratis de una paladar, y los artistas que llegaron allí a repartir cosas y la iglesia de Regla se llenó de cajas de gente que llegaba en los autos a dejarlas y decía: «yo confío en la Iglesia porque sé que la Iglesia sí la va a repartir donde hace falta». ¿Por qué la gente no la llevaba a otro sitio? Y la gente lo decía: «yo no quiero entregarlo en el Poder Popular», y en el Poder Popular se podía entregar. La gente lo entregaba en la iglesia y yo soy un feligrés de la iglesia de Regla y lo vi. Casi no tuvimos dónde poner las cosas, después, por supuesto, con el apoyo de Cáritas se trasladaron a las capillas, al Cristo Redentor y a la capilla de La Guadalupe, que fue la zona más afectada.

El cubano es solidario, pero la solidaridad y la solución de los problemas que tiene la población tiene que partir de la solidaridad social del Estado. Los cuentapropistas pueden hacer maravillas: pero la mayoría de los cuentapropistas están arañando el piso para poder sacar adelante su negocio, para poder salir adelante en su vida personal. Realmente tuvimos un ateísmo de Estado de muchos años y eso causó estragos. Cáritas es un proyecto que existió en mi comunidad y yo era quien llevaba ese proyecto porque yo trabajé en Cáritas en aquella época y le dábamos desayuno a los niños.

Pero cuando se terminó el desayuno prácticamente perdimos a casi a los niños y nos dimos cuenta que realmente el hambre era más importante que la catequesis. Y entonces nos preguntamos: ¿hasta qué punto esto se va a solucionar? Los cuentapropistas no lo pueden solucionar. Ah, si a los cuentapropistas empiezan a ofrecerles una venta mayorista y ellos empiezan a salir adelante, felicidades. Pero yo pienso que la solidaridad tiene que partir del Estado aunque los cuentapropistas sigan haciendo aportes. Porque al final nos dimos cuenta que los cuentapropistas que ofrecieron esa ayuda evidentemente fueron solidarios a pesar de los años de ateísmo, de la formación de un hombre nuevo que no existió nunca, sino el hombre que siente la solidaridad y los valores cristianos.

Manuel Alonso Machado, jubilado: Hay cosas dichas aquí con las que no estoy de acuerdo. Yo no tengo una visión de la vida tan tétrica como la que expuso López Oliva. Yo digo que la solidaridad son flores que nacen en la pradera espontáneamente. Claro, si a estas flores se les ayuda, nacen más y son más efectivas. Digo la solidaridad central, no el que tiene los recursos los tiene que dar para que las organizaciones que están donde está el problema los ayude. Se habla de una vivienda diaria; el país necesita, según datos oficiales, 840 mil viviendas. Eso no se logra con una vivienda al día ni incluso con una vivienda en cada municipio.

Eso no se logra en diez años. En cuanto a los recursos centrales: llevamos 60 años con los recursos centrales y sabemos dónde estamos. Faltan 840 mil viviendas, por decir vivienda nada más. Tuvimos el espectáculo mediático del tornado, pero hay otra información paralela que les voy a decir: en Regla comenzaron a afluir recursos desde la población, espontáneamente, empezaron a afluir recursos del Estado con la participación de sus organizaciones como los CDR. Pero en Regla se han hecho palacetes con esos mismos recursos. Hay quien fue a cargar cajas de huevos para venderlas en Centro Habana, y no se la daban a los damnificados. Pero hay que ver otros escenarios. En esos días salió la noticia en la televisión que de las 9 000 viviendas que habían sido afectadas por el último ciclón en 16 meses se habían entregado 50 viviendas. A ese ritmo, a todas esas familias se le terminarán de dar las casas en 230 años. Saquen la cuenta, que yo me ocupé ya de eso: 230 años lo que quiere decir que no la van a ver.

La ayuda de los cuentapropias no es una cosa de nueva data; yo recuerdo casos de cuentapropistas, a principios de los 90, que estaban financiando la reparación de los Círculos Infantiles que estaban cerca de su negocio, y meticulosamente les fueron poniendo el pie arriba, como ya se dijo aquí. Eso no puede seguir, tiene que haber una coordinación de los recursos centrales, y la solidaridad donde está es abajo y quienes pueden distribuir mejor los recursos son quienes están abajo, de manera organizada. Yo soy economista y el desorden es algo que no me apetece. Muchas gracias.

Migdalia Dopico: ¿El panel quiere intervenir?

Blanca Munster: Un comentario muy rápido. Yo coincido en que hay problemas como el de la vivienda, históricamente acumulado, que no se puede descartar. Porque a veces escuchamos en la prensa: «hay que incentivar la producción de materiales de la construcción local». Y no se puede descargar la solución de un tema tan complejo como la vivienda a los territorios y a las autoridades locales, como otras cuestiones que el Estado no puede descargar ni en los territorios ni en las familias. Porque también hay muchas cuestiones que el Estado ha dejado de suministrar y las familias son las que tienen que asumir a un costo económico y social muy fuerte. Si bien puede haber iniciativas desde empresas socialmente responsables, comunitarias, hay que coordinar los esfuerzos, y en el caso de Cuba, que no es un país latinoamericano como los demás, que tiene otras particularidades, los recursos deben responder a una planificación estratégica.

Creo que la solidaridad tiene que ir acompañada también de la racionalidad y la distribución bien pensada de los recursos y del impacto que va a tener esta planificación. Porque el tema de la vivienda se conecta con otros grandes problemas, con el envejecimiento, con la migración, con los problemas de salud. No es solo cuestión de tener un techo decente, sino la complejidad y la cantidad de problemas que genera el que las personas vivan en esas condiciones de precariedad. Tiene que ser un enfoque no solo a nivel local, sino también un enfoque del país que tiene que cambiar.

Ovidio D’Angelo: Creo que hay un déficit histórico producto de muchas contingencias, externas e internas, y vuelvo al tema de las institucionalidades. Ahora tenemos una posibilidad con la declaración de la autonomía municipal, que muchos veníamos pidiendo desde hace mucho tiempo: la necesidad de que se estableciera, de que hubiera una ley de municipio que propiciara realmente la participación ciudadana desde la base, desde abajo. En algunos países hay experiencias de lo que le llaman el presupuesto participativo, que se toma desde abajo, con los que construyen y son los que distribuyen. Por supuesto, tiene que haber una conexión entre lo macro y lo micro, pero es importantísimo que las prioridades fundamentales de la población las decida la población.

Y entonces pienso que ahora tenemos por lo menos un inicio de esa posibilidad, que habría que ver cómo se establece y habría que seguir luchando porque se establezca bien, con las formas de participación y la atención a los sectores vulnerables, la lucha contra la corrupción, etc. ¿Quién no sabe, cuando vive en un barrio, dónde está el palacete y de quién es el palacete? Porque hay palacetes que son de funcionarios y hay palacetes que son también de otros que durante mucho tiempo han ve nido trabajando en sectores corruptos de la economía sumergida. ¿Quiénes son? ¿Cómo son? ¿Qué decisión se toma con ellos? Las decisiones deben estar en manos de la población, fundamentalmente. Creo que lo que se decretó desde el Poder Popular en los años 70 tiene realmente que profundizarse y llegar realmente a ser bien efectivo.

Migdalia Dopico: ¿Otras intervenciones?

Enrique López Oliva: Considero que aquí hay otro aspecto muy importante que es la comunicación. El control de la comunicación absoluta por parte del Estado limita mucho el debate interno dentro de la sociedad. Yo mencionaría incluso esta actividad, ¿cuántos estamos aquí? Somos una minoría, mucha gente no sabía de esta actividad y muchas veces estas actividades apenas se divulgan. Ah, existen los nuevos métodos de comunicación.

Yo estuve ayer en el debate de la revista Temas y la directora de la publicación Alma Mater, de la FEU, decía y es verdad, que los jóvenes no leen los periódicos; en los estanquillos se acumulan los periódicos porque no se venden. Las nuevas generaciones viven con la nueva tecnología y ese es un problema que no podemos ignorar. Hay una fragmentación en la sociedad, hay un cambio generacional, hay nuevas generaciones y hay nuevas formas de ver y entender las cosas.

Lázaro Numa, sociólogo e historiador. Buenas tardes y gracias al panel por su exposición. Los sociólogos a veces lo que más buscamos son las relaciones sociales entre los diferentes grupos, y aquí se ha invocado varias veces a Martí, quien decía: «Se es bueno porque sí». Y esa es una realidad. Los que llegamos muy temprano en la mañana a Jesús del Monte y vimos aquella iglesia destruida por el tornado y aquella comunidad destruida, asumimos la misión, digamos muy personal, de documentar lo que estaba sucediendo allí para luego poderlo transmitir a los demás.

Nos dimos cuenta de algo que se ha pasado por alto un poco, pero que para mí tiene un gran valor como sociólogo, y es el hecho de cómo la población llegaba allí a dar solidaridad, a compartir lo poco que tenía. Yo vi a personas que llegaron con una jabita y dijeron: «esto es lo que yo tengo para compartir y esto es lo que yo voy a dejar aquí». Eso fue muy lindo, muy lindo. Cómo las personas visibilizaron allí a la Iglesia. Cómo vieron a la Iglesia como un agente mediador que podía hacer llegar con efectividad aquella ayuda. Personas que las llevaron en sillas de ruedas ponchadas, 10 ó 12 cuadras, y se iban agradecidas.

Y yo me preguntaba ¿será que estamos teniendo una Iglesia en salida en estos momentos? ¿O es que las personas están viendo la misión social de la Iglesia de otra manera? Creo que eso se ha pasado un poco por alto en este debate, y yo convoco a que analicen esto. La población está buscando algo diferente, algo que los ayude a poder resolver los problemas que hay socialmente, y están viendo en la Iglesia Católica un lugar que les da esperanza, les da aliento. Allí un individuo me confundió con un periodista, cosa que no soy, y me dijo: «Estoy vivo gracias a la Iglesia, que fue la primera que me extendió la mano, y cuando pase esta situación nosotros la vamos a volver a levantar». Se refería a la Iglesia de Jesús del Monte. Aquello a mí me llenó de satisfacción porque le estaba llegando a ese individuo solidaridad, y él estaba pensando en cuando saliera de su situación retribuir. Me parece que debemos meditar un poco en eso y trabajarlo más.

Jorge Rodríguez, periodista. A mí me parece que es muy importante, para que la solidaridad se sostenga en el tiempo y sea coherente tanto en los momentos paradigmáticos o mediáticos como en el día a día, que estamos obligados a construir subjetividades. Porque sabemos que hay segmentos donde las subjetividades están muy afectadas. Ahora paso a lo que dijo la doctora Blanca Munster, lo de tejer redes solidarias, y voy a ponerles un ejemplo que me parece muy acertado en el contexto de Cuba, donde la emigración es muy importante, sobre todo de gente joven, que es la fuerza laboral activa.

Recientemente vi en Telesur el documental Las patronas, interesantísimo documental. Trata de unas hermanas mexicanas que un buen día empezaron a entregarle a la gente que se monta como puede en el tren «La bestia», que pasa rumbo a Estados Unidos, bolsas de comida, que preparaban ellas. ¿Por qué lo hacían? Motivadas porque tienen hijos adolescentes y otros que son jóvenes, y no quieren que sus hijos emigren y caigan en manos de traficantes de personas. Preparan 800 bolsas diarias y las dan cuando «La bestia» pasa. El tren va andando y ellas lo van repartiendo. Es una cosa impresionante. ¿Qué generó esa aptitud? La emigración. Y como no quieren que sus hijos emigren, ellas han decidido hacer eso. Y les hicieron un documental y tienen un reconocimiento internacional por la labor que realizan. Yo creo que nosotros tenemos que trabajar muy fuerte en el tema de las subjetividades. Porque hay gente que hace un acto altruista ahora y al momento, aunque haya una persona enferma en cama, muy grave, al lado de su casa y la gente mete un reguetón y no repara en el daño que hace. Eso es solidaridad también y creo que nosotros necesitamos trabajar en ese sentido.

Migdalia Dopico: Gracias

Francarlos Porras: Quisiera ahora emitir un criterio ya no como panelista, sino como si estuviese sentado en el público. En este debate de solidaridad tan necesario, se me ocurren dos ideas: la primera es que desde mi posición de cuentapropista no me voy a cansar de convocar la solidaridad y si podemos contagiar a más personas para que la practique y sensibilizar a instituciones, amigos, proyectos como Cáritas y a todo el que de buena voluntad se quiera sumar, por principio, por patriotismo, por el futuro de nuestros hijos, no voy a dejar de hacerlo.

Eso es lo primero. Y lo segundo es un criterio muy personal que quisiera compartir con ustedes: considerando las expresiones que me llegan de cada una de las personas que han hablado, siendo yo quizás uno de los más jóvenes en este recinto, me voy con el criterio de que quizás el problema más grande no sea el económico, quizás el problema más grande que tengamos hoy sea el de la fe y la esperanza. Y es un reto que quizás, indiscutiblemente, a mi generación le toque asumir, y es un reto bastante serio: devolverle a la gente la fe y la esperanza. De alguna manera desde la solidaridad podemos empezar a dar esos pequeños pasos. Yo no creo que desde este panel o desde este encuentro podamos transformar algo a otro nivel superior.

Quizás el radio de acción donde cada uno de nosotros pueda de alguna manera aportar su granito de arena, sea con la persona que tiene a su derecha o a su izquierda y es de alguna manera el mensaje para comenzar a transformar a las gentes. Yo también fui de los jóvenes que nos sorprendimos porque muchos no nos pusimos de acuerdo a través de las redes sociales y, sin embargo, estuvimos allí y nos encontramos a numerosas personas. Bueno, al final yo llegué un poco más tarde, pero llegué y el tornado sirvió de escenario para esa súper campaña, que en esencia fue auténtica. Y retomo lo que decía al principio: la fe y la esperanza.

Migdalia Dopico: ¿Alguna otra intervención?

Manuel Alonso Machado: Fe y esperanza, pero no la espontaneidad. A esa hay que construirla activamente. Tenemos varios asuntos: uno, las prioridades centralizadas, y otro la desmemoria. Mi abuela decía de vez en cuando que aquellos polvos trajeron estos lodos. Hoy tenemos lo que no atajamos a tiempo porque no supimos ser ciudadanos. Los cubanos no sabemos ser ciudadanos. Por ejemplo, a principios del 2000, hace unos 15 años, más o menos, hubo un discurso del actual primer secretario del Partido Comunista en el cual afirmó que el país tenía miles de kilómetros de túneles.

¡Miles de kilómetros de túneles! Yo no voy a discutir por qué se hicieron; sus razones habrá. ¿Cuánto cemento llevó eso? Arena, cabilla, cemento, etc., etc., etc. En el 2017 la ministro de Comercio Interior confesó que había 24 mil millones de pesos en productos ociosos. ¡El 48% del presupuesto nacional! Y ahora hablamos de que no tenemos recursos. ¿Cómo va a haber recursos? Si le hemos dado prioridad a lo que no lleva prioridad. Esta no es la primera vez que yo lo digo aquí, en Espacio Laical. Tenemos que ser ciudadanos; eso de no ir a la Asamblea del Poder Popular. No, no, hay que ir y hablar. A la votación: «no, para qué voy a ir si de todas maneras…» No, hay que ir y votar según nuestro criterio. Hay que reflexionar y actuar como ciudadanos que somos. Muchas gracias.

Julio Pernús: Hace poco fui con mi novia a ayudar a un muchacho que está haciendo la licenciatura, haciendo unas encuestas en el Callejón de los Barberos, a los cuentapropistas. Su tesis es sobre esto de la incidencia pública de los cuentapropistas y básicamente le preguntábamos cómo ellos podían, de alguna manera, ayudar a la comunidad a ser mejor. Hubo varios que llenaron los cuestionarios, pero en un momento determinado, cuando se lo dimos a uno, nos dijo: «mira, yo no voy a llenar esta encuesta porque lo que yo aporto como seguridad social yo no veo en qué lo utilizan y las calles están llenas de baches». Yo creo que es una realidad también de la solidaridad que la gente vea en qué se emplea su aporte. La persona que de alguna manera está dando algo que sepa a dónde va. Un sacerdote amigo mío me decía: «No, tú quieres hacer trueque». Yo no estoy hablando de hacer un trueque, pero a muchas personas que se les ayudó, después, cuando les ponían ante una cámara de televisión y un micrófono no mencionaban a la institución o a esas instituciones que las estaban ayudando. De hecho, ayer mismo yo estuve en un encuentro en la Universidad con varios profesores, que me habían invitado para debatir sobre el papel del Estado en las ayudas, y una de las cosas que me decían era: «yo no sabía que la Iglesia había ido a ayudar a los damnificados del tornado porque por la televisión de eso casi no se puso nada, muy poco, solo que algunos cuentapropistas por su cuenta habían ido».

Entonces, que el valor de ser agradecido también tenga una reciprocidad, que pueda ser de alguna manera constatado. Hay un antropólogo jesuita que está estudiando en México, el padre Danny Roque, que decía: «la pobreza si se suma con pobreza lo que da es miseria». No podemos aspirar a construir algo mejor desde la pobreza. Tenemos que ir construyendo algo que de la prosperidad pueda seguir creciendo. Porque frenando a los emprendedores no avanzaremos. Ahora mismo está el debate de la unificación monetaria; llevamos tiempo debatiéndola, pero no vemos en la práctica la solución.

La solidaridad hace falta verla de forma tangible porque cada vez se van yendo más jóvenes con talento, sigue envejeciendo la sociedad, y creo que va a ser más difícil en el futuro reclamarle a una generación que sea solidaria cuando los recursos que tiene es para vivir el día a día. Porque una persona que hace una cola de dos horas para comprar una botella de aceite y después tiene que coger una guagua llena de gente le es difícil comportarse de manera solidaria. Hay que ir buscando formas de construir el bienestar social para que después se refleje en la solidaridad. Gracias.

Migdalia Dopico: Gracias, Julito. Adelante, Andújar.

Gustavo Andújar: Algo que a mí siempre me ha impresionado de Cáritas es que Cáritas no es una institución. Es una institución, pero más que una institución es un voluntariado, y pienso que el gran logro de Cáritas es ese movimiento de voluntarios que tiene. La expresión más viva de la solidaridad a través de Cáritas se da en ese voluntariado. Yo quisiera que Migdalia hablara un poco de su experiencia. ¿Cómo alientan a los voluntarios a que sigan siendo voluntarios? ¿Cómo adiestran a los voluntarios para que hagan lo que tienen que hacer bien? O sea, muy brevemente que dieras una reseña del trabajo que Cáritas hace con los voluntarios, en los cuales radica su fuerza.

Migdalia Dopico: Hay varias cosas: algunos voluntrarios tienen un fuerte compromiso cristiano y eso
los lleva a lo que hemos hablado hoy, a la caridad, a la solidaridad, a la misericordia. Hay otro grupo de voluntarios que son buenas personas, pero no son católicos, y nos ayudan mucho sobre todo en programas, por ejemplo, de discapacidad, donde necesitamos profesionales. Claro, se rigen por los valores y los principios de la institución, pero los motiva el trabajar con esas personas vulnerables, los motiva ver los logros, ver el cambio de vida en esas personas, ver cómo fueron promovidas, cómo se insertaron en la sociedad, cómo tienen otra oportunidad en la vida.

También nosotros cuidamos mucho los encuentros de formación del voluntariado. Benedicto XVI en la Encíclica Deus Cáritas, que estaba dirigida fundamentalmente al amor y hay partes especiales a los que trabajamos en el servicio de la caridad, decía que los voluntarios que trabajan en Cáritas tienen que tener una formación del corazón, pero profesional. Le damos formación para que ellos crezcan como personas, le damos herramientas de manejo de conflicto, de espiritualidad, hacemos actividades juntos de socialización, de celebración, los motivamos, los felicitamos, los exhortamos, les agradecemos su labor y les decimos que el valor más importante que tiene Cáritas es el voluntariado. Por eso hay miles en toda Cuba haciendo esa misión. Yo pienso que es compromiso, gratificación de ver que a esas personas se les ayuda, el acompañamiento, la motivación y sobre todo decir lo importante que son para la institución y que ellos hacen sociedad.

En toda Cuba hay unos 5 000 voluntarios en distintos programas, los que están todos los días cocinando para los ancianos en los servicios de comida, los terapeutas que le dan terapia a las personas con discapacidad, los que trabajan en el proyecto para niños, los talleres de valores, los repasos escolares, los talleres de arte, los voluntarios que trabajan en las emergencias, que ahora han tenido que hacer un gran esfuerzo. Yo pienso que son importantes también los vínculos con otras pastorales. No se puede hacer solo este trabajo. Los jóvenes han ayudado, la Conferencia Cubana de Religiosos con sus religiosos, la Iglesia no puede hacerlo sola. Pero los voluntarios son nuestros beneficiarios, y me refiero a los equipos diocesanos de Cáritas. Tenemos que cuidarlos y reiterarles lo importantes que son, motivarlos y acompañarlos porque ellos se enfrentan todos los días al dolor y también necesitan sentir que están acompañados, que pueden contar con nosotros. Porque ellos viven en nuestro contexto y tienen dificultades también, no son personas que están fuera, sino dentro de nuestra realidad.

Ovidio D’Angelo: Sobre este tema: yo creo que estamos también ante otro desafío en este sentido. Admiro el trabajo de Cáritas porque lo siento muy de cerca, pero considero que tenemos una fragmentación. Hay muchas instituciones sociales, muchos proyectos comunitarios, muchos cuentapropistas y muchos religiosos, por otra parte, y estamos fragmentados. Creo que nuestra sociedad necesita un cemento que nos quite los estigmas, eso de que con ellos no, pero con aquellos, sí, de ambas partes o de todas las partes. Los cristianos acercarse a la Federación de Mujeres Cubanas, la Federación de Mujeres Cubanas acercase a los grupos religiosos, trabajar en conjunto, con los cuentapropistas. La comunidad es una sola, somos todos cubanos y todos estamos por crecer juntos. Creo que hay visiones que se han impuesto desde las instituciones y desde estratos de la sociedad que tenemos que contribuir a eliminar, esas determinadas fricciones, determinados prejuicios.

Lograr esa meta realmente nos fortalecería mucho. Yo admiro de verdad el trabajo de los voluntarios de Cáritas, pero he estado en otros sectores de voluntariado social que también son muy fuertes y no son necesariamente religiosos. Ellos necesitarían este acompañamiento de religión de los grupos religiosos, y viceversa. Hago ese voto para el futuro.

Migdalia Dopico: A veces sí, pero a veces no se dan los acercamientos. Ahora con motivo del tornado funciona muy bien. Eso depende del momento histórico. ¿Alguien quiere hacer otra intervención? Pues agradecemos tanto al público como a los panelistas que han estado aquí esta tarde. Espacios como este son necesarios y yo pienso que cada día más necesitamos la solidaridad porque, como decía el doctor, todos somos cubanos y todos queremos aquí construir sociedad. Al final todos somos actores sociales que queremos hacer una mejor Cuba para nosotros y para los que vengan después. Muchas gracias.