Hace ya más de 40 años, en una de las sesiones del Concilio Vaticano II, los obispos allí reunidos se preguntaban acerca de lo que tenía que hablar la Iglesia; un obispo alemán pidió la palabra y dijo: “La Iglesia tiene que hablar de Dios”. Muchos años después, el cardenal Joseph Ratzinger, en una conferencia magistral que impartió en Roma,comentó lo pronunciado por aquel obispo, compatriota suyo, y dijo que no había sido casual que la primea constitución salida del Concilio tratase sobre la liturgia en la Iglesia.