Futuro de ensueño: Dulce María Borrero

…ese pasado muerto tiene en nosotros un futuro,
el futuro de sus imágenes vivas,
el futuro de ensueño que se abre
delante de toda imagen recuperada.

Gaston Bachelard «La poética de la ensoñación»

 

 

» Boceto de familia

Desbordamiento por Cuba y ejemplo apenas conocido de un aporte a la historia de un pensamiento y una praxis que quedó en tinieblas. Dulce María Borrero Pierra (1883-1945) nació en La Habana, en el barrio de Puentes Grandes, que en la actualidad pertenece al municipio Playa, en una casona que ya hoy no existe. Formó parte de una familia valiosa desde el punto de vista intelectual. Una de sus hermanas fue la poetisa Juana,1 otra la periodista Ana María; su padre, Esteban Borrero, alcanzó el grado de coronel en el ejército mambí durante la Guerra de los Diez Años y, además de médico, fue autor de algunas obras literarias, entre ellas El ciervo encantado (1905). Su madre, Consuelo Pierra y Agüero, también se inclinaba a la poesía, era hermana de Martina Pierra de Poo2 y estaba emparentada con Gertrudis Gómez de Avellaneda, dramaturga, poetisa y novelista, precursora del feminismo cubano.

Dulce María tuvo la suerte de haber nacido con el aura de «Los Borrero». Pero ¿quién fue por sí misma? ¿Qué representa esta mujer apenas recordada, qué aportes hizo a su país y a la historia del pensamiento feminista cubano? Aunque Jorge Luís Borges escribió que no existe nada mejor que las cenizas del olvido, nombrarla es importante no solo como un simple acto de justicia, sino como una necesidad en estos tiempos que requieren revivir ideas que perfilen y reinventen de nuevo la nación, es recuperar parte del fragmento que nos falta.

En 1983, año del centenario del nacimiento de Dulce María, la ensayista Yolanda Ricardo publicó su biografía, que unos años antes había constituido el tema para la defensa de su tesis de doctorado en la Universidad Carolina de Praga. Esta investigación brinda una considerable bibliografía sobre una de las feministas más consecuentes del siglo xx cubano. El texto tiene el mérito de haber surgido en una década en que, sobre todo en la primera mitad, los estudios en el país sobre mujeres eran escasos, por no decir nulos. Pero con esa obra no quedó dicha la última palabra sobre esta integrante de la familia Borrero. En las ciencias sociales el conocimiento siempre significa recomienzo. Lejos de agotar todos los matices de la vida y obra de la pedagoga, poetisa, oradora y pintora, el libro de Ricardo resulta una invitación a su continuidad, provoca la necesidad de seguir en la tarea de descubrir, redefinir y remodelar una imagen que se encuentra en la penumbra de la historia cubana, en la zona de indiferencia de generaciones que no pueden disfrutar un saber dormido. Por tanto, el texto de Ricardo abrió un camino que ha servido para impedir un total olvido.

Después que en los últimos años del siglo XIX la casa de las tertulias literarias de los Borrero en Puentes Grandes fuera saqueada y los voluntarios españoles rompieran los cuadros y los libros y emplazaran un cañón frente a la vivienda del médico-poeta, Dulce María y su familia tuvieron que marchar al exilio. Se trasladaron entonces a la localidad norteamericana de Key West (Cayo Hueso), donde se establecieron. La zona cayohuesera llegó a abarcar una numerosa comunidad exiliada que reproducía el ambiente cubano, así como el fomento y reproducción de escuelas alentadoras del culto a nuestra nación.

José Martí mantuvo estrechos vínculos con Cayo Hueso y publicó en el periódico Patria numerosas noticias sobre su importancia y sobre algunos de sus líderes cubanos. El Apóstol exaltó la iniciativa de haber sido creado allí en 1892 el «Día de la Patria», que se traducía en el aporte de un día de trabajo al mes para la causa de la libertad de Cuba. Esta fue una de las razones por la que Cayo Hueso se convirtió en un símbolo de la emigración cubana. Las mujeres de la familia Borrero en el destierro cosían ropa para los insurrectos y recogían fondos para la revolución.

Durante esa estancia forzada de los Borrero en Cayo Hueso murieron la abuela y una de sus hermanas, Juana, víctima de la tuberculosis y la fiebre tifoidea, cuando aún no tenía dieciocho años de edad. Dulce María vivió después con su padre en Costa Rica por haber sido designado este representante o delegado extraordinario de la República de Cuba en Armas en ese país y en El Salvador.

La familia Borrero regresa a Cuba a fines de la centuria, en 1899; y encuentra un país donde la guerra de independencia contra España había culminado, pero al mismo tiempo tenía lugar la intervención de los Estados Unidos. La situación, por lo tanto, se había tornado aún más compleja. La República cubana finalmente nació en 1902 con una enmienda a su Constitución que establecía el derecho de los norteamericanos de intervenir en nuestro país cuando lo estimaran conveniente. La poderosa nación vecina también impuso un tratado comercial que subordinaba la economía cubana a los monopolios yanquis.

En ese contexto político y económico, los Borrero reabrieron su casa a la tradición de las tertulias. La intelectualidad de nuevo se dio cita allí y en ese ambiente artístico y cultural se continuó perfilando el carácter de Dulce María. En aquellas reuniones, que tuvieron lugar entre 1902 y 1906, año del suicidio del padre, Esteban, en San Diego de los Baños, al parecer muy afectado por la muerte de algunos de sus familiares, entre ellos su esposa y la hija, Juana, Dulce María estableció relaciones de amistad con los patriotas Manuel Sanguily y Juan Gualberto Gómez, el pensador Enrique José Varona, el naturalista Carlos de la Torre, el penalista José A. González Lanuza, los poetas Enrique Hernández Miyares, Lola Rodríguez de Tió3 y Aurelia Castillo de González,4 así como con el pedagogo Alfredo Aguayo, los pintores Armando Menocal y Antonio Rodríguez Morey, la pianista Luisa Chartrand y los editores de la revista El Fígaro Manuel S. Pichardo y a Ramón A. Catalá. A pesar de su juventud es una teórica que se introduce en el movimiento político-social de su época. Sus vínculos intelectuales incluyeron entonces a destacadas figuras hispanoamericanas como Rubén Darío, José Enrique Rodó, José Santos Chocano, Luis G. Urbina, Francisco Villaespesa, Federico Hernández Carvajal, Américo Lugo, Fabio Fiallo y otros. Gabriela Mistral dijo en una sesión solemne: ¿Quién es tan poetisa como ella? A su vez, Dulce María Borre ro, entre las muchas conferencias que pronunció, le dedicó una a la obra de la destacada autora chilena.

Dulce María Borrero.

Dulce María Borrero.

» El despertar de la conciencia nacional Siguiendo la tradición de las tertulias como institución cultural, a partir de 1920 comenzó a reunirse en el café «Martí», de La Habana, un grupo de jóvenes cuyo rasgo común era la inquietud intelectual. Ese grupo estaba integrado por poetas, periodistas y críticos literarios, entre ellos Rubén Martínez Villena, Enrique Serpa, Juan Marinello, Regino Pedroso y Andrés Núñez Olano. Posteriormente trasladaron los encuentros para la redacción de la revista El Fígaro y al grupo se unió José Antonio Fernández de Castro, quien era redactor de esa publicación. Hacia 1922 la tertulia desapareció, pero quedó una estrecha relación entre sus integrantes. A ese grupo se sumaron otros como Emilio Roig de Leuchsenring, José Zacarías Tallet, Jorge Mañach, Félix Lizaso, Luís Gómez Wangüemert y varios más. Entonces comenzaron a reunirse en diferentes restaurantes ubicados en la zona más antigua de la capital. Eran encuentros informales que realizaban sistemáticamente para homenajear a alguno de ellos, para analizar una obra literaria o comentar algún aspecto de la actualidad nacional, ya por entonces socavada por la corrupción política y administrativa del gobierno de Alfredo Zayas (1921-1925). La mayoría de esas reuniones se hacía en el restaurante Lafayette.

El 18 de marzo de 1923, este grupo heterogéneo se congregó en el restaurante de Chinchurreta, situado en la mencionada zona, para agasajar a dos de sus contertulios: Andrés Núñez Olano y Guillermo Martínez Márquez, y al mexicano Joaquín Torres por el éxito que había alcanzado la zarzuela Las naciones del golfo, cuyo libreto pertenecía a los dos primeros mencionados y al último la música. Al finalizar el almuerzo los participantes fueron dispersándose, algunos quedaron rezagados y quince de ellos resolvieron asistir al acto que en honor de la intelectual uruguaya Paulina Luissi se efectuaría momentos después en la Academia de Ciencias, situada por ese entonces en la calle Cuba entre Amargura y Teniente Rey, hoy sede del Museo de Historia de las Ciencias. En el acto debía estar presente el Secretario de Justicia del gobierno de Alfredo Zayas, Erasmo Regüeiferos, quien había firmado y legalizado el fraude que constituía la compra por parte del estado, a un precio descomunal, del Convento de Santa Clara bajo el pretexto de utilizarlo para oficinas. Este turbio negocio había recibido la desaprobación de la ciudadanía.

Los jóvenes entraron en el edifico de la Academia de Ciencias y en el instante en que Regüeiferos se disponía a hacer uso de la palabra para rendir tributo a la poetisa invitada, Rubén Martínez Villena y el resto de sus acompañantes se pusieron en pie y el primero denunció al mencionado funcionario por el acto fraudulento que había cometido, lo que constituía una inmoral malversación. El hecho se conoce en nuestra historia como La Protesta de los Trece5 y tuvo una trascendencia tremenda. Porque marcó un punto de ruptura ante la situación sociopolítica imperante en Cuba y constituyó el despertar de la conciencia nacional.

Sin embargo, apenas se divulga y muchas veces ni siquiera se menciona que aquel acto en el que se produjo tal conmoción tenía un carácter feminista. Era un homenaje del Club Femenino de Cuba a la escritora Paulina Luissi, destacada educadora, representada en ese momento por el embajador de Uruguay en Cuba y su esposa. Hortensia Lamar era entonces la presidenta del Club y Dulce María Borrero una de las organizadoras de dicho homenaje, además de tener a su cargo la clausura. Lejos de oponerse a la inesperada interrupción del acto, Dulce María Borrero declaró: «…tanto vicio antiguo […] y tanto vicio reciente se debate la patria moribunda […] parece como que se borra y extingue la fisonomía moral, el carácter peculiar de un pueblo admirable y de su ayer glorioso.»6 Hizo además un recorrido por la situación de la nación cubana: el aumento de la tuberculosis entre las obreras, la miseria de las clases pobres, la narcomanía, la prostitución, el juego, el robo, el soborno, el fraude, el impudor. Considera que toda la población es responsable indirecta de tal estado de degradación

» El compromiso intelectual

Dulce María Borrero desarrolló una labor muy destacada en la enseñanza y en la teoría pedagógica. Colaboró en varias publicaciones periódicas y llama la atención que ella fue la única mujer que integró la nómina de los redactores de la revista Cuba Contemporánea (19131927), la cual se dedicaba a temas económicos, políticos, sociales, de derecho internacional, asuntos literarios, históricos e informaciones culturales y alcanzó prestigio nacional e internacional. Además participó en la fundación de la Academia Nacional de Artes y Letras, fue miembro de la Comisión de Publicaciones de los Anales… de esta institución, secretaria vitalicia de su Sección de Pintura y ofreció varias disertaciones organizadas por la Sección de Literatura. También se destacó como oradora y conferencista, estudió música y compuso algunas piezas. A través de intervenciones públicas transmitió sus preocupaciones por los destinos del país. Dulce María Borrero estuvo presente en los congresos femeninos celebrados en las décadas del 20 y del 30 del pasado siglo. Ahora resulta oportuno brindar una panorámica de aquellas reuniones donde ella se hizo notar como educadora y feminista.

El Primer Congreso Nacional de Mujeres, realizado en Cuba en 1923, tiene el mérito también de haber sido el primero de su tipo celebrado en América Latina. En aquel encuentro la delegada que representaba a la provincia de Las Villas, la abogada Ofelia Domínguez Navarro, presentó una ponencia que suscitó mucha polémica debido a que tocaba el tema de la moral social y finalmente no fue aprobada, pero quedó pospuesta para que se discutiera en el siguiente congreso, a celebrarse en 1925. En dicha ponencia se proponía reconocer el derecho de los hijos ilegítimos, los nacidos fuera del matrimonio. Esa iniciativa provocó un verdadero escándalo entre muchas delegadas, pues además de ser una cuestión moral afectaría la herencia de los hijos legítimos. La reacción de un grupo de delegadas ante tales sugerencias de Domínguez, fue conservadora, agresiva, airada. Fue en ese Congreso donde María Luisa Dolz impartió una conferencia sobre la misión social de la mujer.

En el Segundo Congreso Nacional de Mujeres, celebrado en la sede de la Academia de Ciencias de esta capital en 1925, la delegada de la ciudad de Camagüey declaró que trescientas familias de esa región se habían negado a apoyar la idea del reconocimiento de los hijos ilegítimos. La polémica hizo que la destacada feminista Hortensia Lamar explicara lo siguiente: «La maternidad es algo tan sagrado, es algo que debe ser tan respetado y venerado que no es legal ni ilegal; la maternidad es una y allí donde quiera que se encuentre estamos obligados a levantarla y protegerla»7 Fue tanta la tensión surgida entre las diferentes tendencias que las delegaciones de Oriente, Las Villas, Matanzas y el Club Femenino de Cuba decidieron retirarse del encuentro. De ese modo figuras como Dulce María Borrero, Hortensia Lamar, Emma López de Seña y otras más se vieron obligadas a ausentarse del cónclave y no poder exponer públicamente sus puntos de vista. Es importante acotar aquí que el mencionado Club Femenino de Cuba, fundado en 1918 por Pilar Jorge de Tella y Emma López, desempeñó un papel primordial dentro del movimiento feminista de esta etapa y Dulce María estuvo entre sus integrantes más activas.

Resulta necesario anotar las actividades que desplegó esta organización para aquilatar su importancia y comprender que muchas de las iniciativas y medidas tomadas a partir del proceso revolucionario iniciado en 1959 tienen sus raíces en las propuestas que muchos años atrás hicieron aquellas feministas cubanas animadas por preocupaciones sociales:

  • Buscar una legislación más adecuada o que se ajustara mejor a las actividades femeninas.
  • Realizar acciones de protección a la niñez como legislar sobre la mendicidad infantil y promover la asistencia obligatoria a las escuelas.
  • Mayor participación de mujeres destacadas como María Luisa Dolz, Dulce María Borrero, Lola Borre ro y Dulce María Saínz de la Peña en las actividades que requerían de reflexiones y de un discurso relacionado con los problemas sociales y políticos del momento.
  • Propuesta de un nuevo establecimiento penitenciario para las mujeres, que fue la cárcel de Guanabacoa, a donde llevaron camas, libros, ropas, máquinas de coser y otros tipos de ayuda hasta que un funcionario del régimen de Gerardo Machado lo prohibió.
  • El Club Femenino durante algún tiempo sostuvo la primera escuela de niñeras que hubo en Cuba, lo que hoy se conoce como Escuela de Educadoras de Círculos Infantiles.
  • Esta entidad fundó la primera escuela nocturna para obreras, así como también la Escuela Nocturna de Comercio, y organizó cursos de inglés, higiene, puericultura, aritmética, gramática y mecanografía. A estas iniciativas se vincularon reconocidos pedagogos como Arturo Montori.
  • El Club le dirigió al gobierno la propuesta de la ley de la silla, destinada a que se les permitiera a las empleadas en el horario de trabajo disponer de un asiento para poder sentarse.
  • También propuso el Club la ley del cincuenta porciento, que consistía en admitir la mitad de empleadas en los establecimientos destinados a vender artículos femeninos.
  • Esa institución formuló la ley del descanso de las dependientes a la hora del almuerzo.
  • También respaldó el establecimiento de tribunales de menores.
  • Durante mucho tiempo sostuvo la iniciativa denominada «La Gota de Leche», dirigida a alimentar a un grupo de niños en la miseria.
  • Este Club tuvo una participación directa en el Movimiento de Veteranos y Patriotas, dirigido a enfrentar la corrupción y la desmoralización del gobierno de Alfredo Zayas.
  • También apoyó de manera decidida la lucha por la libertad de Julio Antonio Mella cuando este se declaró en huelga de hambre.
  • En sus inicios no fue partidario de que se le concediera el voto a las mujeres, pero después apoyaron tal empeño.
  • A las actividades del Club asistieron personalidades como Enrique José Varona, Carlos Loveira, Miguel del Carrión y Gustavo Sánchez Galarraga, entre otros.8

Es de destacar que Dulce María integró la junta directiva de la Asociación Protectora del Preso, entidad fundada legalmente en La Habana en julio de 1936. Según sus Estatutos: «El objeto de la Asociación será principalmente humanitario para aliviar o mejorar las condiciones aflictivas del preso segregado temporalmente de la sociedad y facilitar su reintegración a ella como un ciudadano útil y capacitado para seguir una vida normal». La solicitud oficial de constituir esa sociedad la firmaron la profesora Piedad Maza, la militante comunista Edith García Buchaca y la activa revolucionaria Aida Pelayo. Al elegirse su Junta Directiva quedaron al frente de la entidad la poetisa María Villar Buceta, Dulce María Borrero y Piedad Maza, el abogado Francisco Carone, esposo de la latinista Vicentina Antuña, el ensayista y profesor Elías Entralgo y el narrador y expresidario Carlos Montenegro.9

Primer Congreso Nacional de Mujeres (1923).

Primer Congreso Nacional de Mujeres (1923).

Feminismo es un libro de Mariblanca Sabas Alomá publicado por la Editorial Oriente en el 2003 que constituye una compilación de cartas y artículos de esta destacada periodista, a la que le decían «la campeona del feminismo». Una de esas cartas pertenece a una mujer víctima de la violencia de su esposo. Seguidamente se reproduce la valoración que hizo Dulce María a partir de las contundentes reflexiones sobre el caso vertidas por la conocida periodista.

Pero antes de pasar a esa carta deseo exponer algo que me llamó la atención en el libro: tiene un prólogo del historiador Emilio Roig de Leuchsenring que me parece excelente, lo considero un hombre feminista y un defensor de una autentica justicia social. La edición incluye además una nota introductoria escrita por el que fuera director de la revista Carteles, Alfredo T. Quílez. Y antes de estos dos prólogos aparecen unas palabras preliminares del Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal, quien recuerda a la autora como una de las más decididas y combativas luchadoras de la generación del 30. Aunque son muy válidos los comentarios de estas tres personalidades, me pregunto por qué no se adjuntó un estudio introductorio escrito por una feminista actual o una reflexión acerca de la vigencia del pensamiento de Mariblanca Sabás Alomá. A pesar de que algunas de sus preocupaciones de la época ya están superadas, como sus prejuicios sobre la homosexualidad femenina o los derechos de los hijos ilegítimos, cuestión hace tiempo resuelta.

El artículo que llama la atención de Dulce María Borrero lleva el título de «El amo legal»; en él Mariblanca denuncia una situación desgarradora: la explotación en que se encontraban las mujeres que de manera obligatoria tenían que entregar a sus maridos el dinero que ganaban y la subordinación total que sufrían. En este caso particular la remitente declaraba tener seis hijos con un hombre que la maltrataba a diario. Seguidamente, después de reproducir la carta, la periodista hacía una reflexión donde explicaba la labor que desarrollaba entonces Ofelia Domínguez para lograr modificar las leyes nacionales que evidenciaban una condición inferior de la mujer con respecto al hombre. Pero fue más allá para declarar que esa estabilidad matrimonial, mantenida sobre las bases de la discriminación y la desigualdad, sobre la violación de las relaciones democráticas dentro de la familia, resultaba (y resulta) una falsedad. Ofelia Domínguez en aquellos días era la vicepresidenta de la Alianza Nacional Feminista, una organización que velaba por el respeto a la dignidad de las mujeres y sus derechos como seres humanos.

A la respuesta de Mariblanca respondió por escrito Dulce María Borrero el 6 de marzo de 1929. La periodista publicó el mensaje con la autorización de la autora, a quien consideraba una de las cubanas de más talento de todos los tiempos. Si se lee con detenimiento el texto podemos observar que la Borrero considera la cuestión del logro de los derechos de las mujeres como una cuestión básicamente moral.

Mi querida Mariblanca: […] No son derechos para la mujer; es dignidad para el hombre lo que quieren los tiempos. Escribe que son cuatro ideales sobre los que debe descansar el nuevo hogar: Justicia, Libertad, Inteligencia, Amor. No desmayes, Mary. Sigue lanzando tu verdad… la fecunda verdad, clarín y faro de los espíritus dormidos…10

Otra reflexión crítica que la autora del poemario Horas de mi vida (Berlín, 1912) da a conocer en un discurso acerca del matrimonio resulta, a mi entender, muy vigente en el escenario cubano actual. A partir de la crisis económica de los años 90 del pasado siglo muchas cubanas volvieron a considerar las ventajas y la seguridad del hogar. Así, las relaciones sexuales por «interés» se ha convertido en una moda que se torna costumbre, cuestiones que supuestamente se creían superadas vuelven a aparecer y la figura del hombre-proveedor toma una resignificación en el complejo entramado social cubano. Apartando el status legal de matrimonio, oficial o no, lo que nos interesa es lo que está detrás de la oficialidad de las relaciones de parejas. Dulce María hace más de un siglo explicaba:

…la gravedad que entraña para la mujer cubana la declaración de los antidivorcistas…deshace como por encanto mi timidez habitual y me obliga a protestar, en nombre de todas las cubanas —y en último caso, sólo en nombre de algunas cubanas—, de que por favorecernos precisamente, se nos pinte a la consideración de los que tienen la locura de discernir libremente, como las más interesadas, como las más huecas de entendimiento, y como las más viles, como las más despreciables mujeres de la tierra. Y protesto también por el cubano, sobre el cual se lanza así una acusación general de egoísmo y de crueldad que lo hace realmente abominable. No, hay muchas mujeres, hay muchas cubanas, afortunadamente, que no han hecho del matrimonio su único medio de vida, porque trabajan a la par que el marido, desdeñando doblemente prejuicios estrechos y condenaciones malignas, cuando las necesidades de la vida se lo exigen…mujeres que prefieren ejercitar su cerebro y sus brazos…fuentes generosas del pensamiento y de la capacidad moral…11

En mayo de 1935 Dulce María Borrero fue elegida Presidenta de Honor de la Primera Fiesta Intelectual de la Mujer, celebración donde además de recitar un poema en una de las sesiones del evento, junto a Josefina de Cepeda, pronunció el discurso de clausura. En el marco de esa fiesta, se recordó a la poetisa Lola Rodríguez de Tió, se presentó una obra de teatro que dirigió Renée Potts, se especuló acerca del futuro de las mujeres en Cuba y, a través de la voz de Edelmira Zayas acompañada al piano, la Alianza Nacional Feminista entonó el himno de dicha organización. ¡Hasta un himno tenían las feministas de esa época!

Dulce María Borrero se opuso a la tiranía de Gerardo Machado (1925-1933). Sobre este aspecto resulta necesario hacer una acotación: estimo que su mayor aporte fue haber dado un ejemplo de lo unido que debe estar el feminismo con los intereses de la nación. Mencionar que se opuso a la dictadura machadista es insuficiente, hay que matizarlo o subrayarlo. En 1930, en medio de aquel enfrentamiento, criticó duramente un feminismo snob cuya consigna consistía (y consiste aún) en pedir derechos mediante la capacidad de la mujer para obtenerlos (en aquellos momentos era fundamentalmente el derecho al voto), pero entendió que en el contexto de una dictadura sangrienta la gran masa de mujeres tenía que volcarse a la solución de los problemas nacionales.

Más tarde llegó a ocupar el cargo de Directora de Cultura, uno de los departamentos de la Secretaría de Instrucción Pública, y desde ese puesto se convirtió en una gran promotora cultural. Junto con otros conocidos intelectuales fue fundadora de la Asociación Bibliográfica de Cuba y organizó ciclos de conferencias mensuales con el objetivo de difundir importantes obras de la literatura universal. A través de esta organización se crearon buzones benéfico-culturales para recoger libros, folletos y revistas y enviarlos a las cárceles, los hospitales y los reformatorios de menores.

También la Borrero formó parte de la Asociación Nacional Femenina de Prensa, institución que tenía como objetivo eliminar las desigualdades entre los periodistas por razones de sexo y que la eligió Presidenta de Honor.

Mariblanca Sabas Alomá.

Mariblanca Sabas Alomá.

Entre sus iniciativas estuvo además la propuesta de celebrar el Día de los Padres.12 Independientemente de las manipulaciones comerciales y del sentido superficial en que muchas veces se convierten este tipo de festividades, estimo que con dicha convocatoria Dulce María pudiera tomarse como una figura precursora de las nuevas masculinidades, de resignificar el papel del hombre en la educación y formación de los hijos. Solo que habría que esforzarse para cambiar el sentido de un verdadero y auténtico día de los padres, que se convierta, entre otras cosas, en un suceso que estimule el mejoramiento de la paternidad y que se contribuya con esa celebración a elevar la responsabilidad de estos en la educación de sus hijos. Que no sea una simple fiesta de rutina y un espectáculo tradicional, el cual todavía no tiene la connotación que sí posee en el país el Día de las Madres.

El gran mérito de Dulce María fue el de poseer un agudo y crítico sentido de la observación y el análisis, no solo con respecto al arte y las letras, sino a la manera en que lo hubiera hecho una socióloga o una verdadera politóloga. Hizo mucho por la incorporación de las cubanas a la educación y la cultura. Y esa labor amerita reconocimiento.

Notas:

1. Juana Borrero Pierra (1879-1896) Una niña genio en artes plásticas, creadora de «Los pilluelos», pintada en Cayo Hueso. Poetisa que hizo del amor un absoluto, al igual que José Martí lo hizo de nuestra patria. Siendo una adolescente se enamoró del poeta Julián del Casal, asistente a las tertulias de su padre en la casa de Puentes Grandes, quien murió de tuberculosis. Después fue novia de Carlos Pío Urbach, muerto en plena manigua en 1897, durante la guerra de independencia, de fiebre y de hambre. Cuando ella y su familia visitan los Estados Unidos en 1892 José Martí le dedica una fiesta en Chichering Hall, Nueva York, en homenaje a la niña prodigio. El padre le regaló al organizador de la guerra de 1895 algunas pinturas de su hija. Juana influyó en la formación de su hermana Dulce María.

2. Martina Pierra de Poo ocupó la vicepresidencia de una institución cultural fundada en el siglo xix para ampliar la cultura de las mujeres, cuya directiva estuvo formada tanto por hombres como por mujeres, entre ellos Enrique José Varona, María Luisa

3. Lola Rodríguez de Tió: Puertorriqueña que por sus ideas independentistas tuvo que emigrar a Cuba con su esposo y su hija Patria en 1888. En 1893 esta se graduó de Doctora en Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. Lola fue amiga de intelectuales y figuras destacadas cubanas como la benefactora de la ciudad de Santa Clara, Marta Abreu. Es la creadora de los conocidos versos: «Cuba y Puerto Rico son/ De un pájaro las dos alas; / Reciben flores o balas/ Sobre el mismo corazón.» En 1897 formó parte de la directiva del club «Caridad», adscrito al Partido Revolucionario Cubano, fundado por José Martí en apoyo a la guerra de independencia. Fallece en Cuba en 1924 y por propia voluntad sus restos reposan en el Cementerio de Colón en La Habana, junto a los de su hija y esposo. En una ocasión, el general cubano José Lacret quiso preparar una invasión a Puerto Rico para liberarla de España y para cumplir su objetivo se trasladó a Nueva York, pero su intento fue fallido. Sobre esto comentó: «El único hombre que encontré fue a Lola Rodríguez de Tió».

4. Aurelia Castillo de González (Puerto Príncipe, 1842Ídem., 1920) Patriota e intelectual cubana con posturas antiesclavistas y a favor de la igualdad entre hombres y mujeres. Fue poetisa, ensayista y autora para niños. Sus «Fábulas» se usaron por mucho tiempo en los libros de enseñanza primaria en Cádiz, España. Fue expulsada varias veces del país en los tiempos de las guerras anticoloniales en Cuba. Autodidacta capaz de unir los conceptos de identidad de género y nación.

5. De los quince participantes uno no quiso que apareciera su firma por ser masón, al igual que el secretario de Justicia, y el otro era el poeta español Ángel Lázaro, quien temió ser deportado del país por este hecho.

6. Ricardo, Yolanda Nueva visión de Dulce María Borrero. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1983, p. 58.

7. Domínguez Navarro, Ofelia 50 años de una vida. La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1971, p. 75.

8. Ídem., p. 79-82.

9. Archivo Nacional de Cuba Registro de Asociaciones Asociación Protectora del Preso Legajo 213 Expediente 5147 Agradezco a Jorge Domingo Cuadriello esta valiosa información.

10. Borrero, Dulce María en Feminismo de Mariblanca Sabas Alomá. Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2003, p. 97.

11. Borrero, Dulce María El matrimonio en Cuba. La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1914, p. 9

12. El Día de los Padres se celebró por primera vez en Cuba en 1938, por iniciativa de Dulce María Borrero. A partir de esa fecha se festeja el tercer domingo de junio. Esta idea ya existía en los Estados Unidos desde 1909, aunque costó trabajo su proclamación oficial en ese país, también tiene lugar en otros países latinoamericanos y en otras regiones del mundo en diferentes días.

13. Borrero, Dulce María El matrimonio en Cuba. La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1914, p. 9

14. El Día de los Padres se celebró por primera vez en Cuba en 1938, por iniciativa de Dulce María Borrero. A partir de esa fecha se festeja el tercer domingo de junio. Esta idea ya existía en los Estados Unidos desde 1909, aunque costó trabajo su proclamación oficial en ese país, también tiene lugar en otros países latinoamericanos y en otras regiones del mundo en diferentes días.