El Club Atenas

El Club Atenas se autoproclamó una asociación de cultura, recreo e instrucción, dio inicio a su inscripción legal en el Registro de Asociaciones el 5 de febrero de 1917 y quedó constituido oficialmente en La Habana el siguiente día 21 de septiembre por un grupo de casi 70 negros y mestizos que poseían un nivel de escolaridad medio o superior y aspiraban a contribuir al mejoramiento cultural del pueblo, en particular de sus asociados.1 También tuvo entre sus objetivos que imperase la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, con lo cual se definió como enemiga de cualquier actitud discriminatoria por concepto de raza. Tuvo como sede inicial los altos de la casa número 119 de la calle San Miguel, pero años después pasó a ocupar un majestuoso palacete en la calle Zulueta. Entre los fundadores estuvieron dos abogados, tres ingenieros, siete comerciantes, dos arquitectos, un médico, diecisiete empleados públicos, cinco profesores de música y el coronel del Ejército Libertador José Gálvez, padre de la más tarde famosa cantante lírica Zoila Gálvez. Como podrá apreciarse, los iniciadores pertenecían a la pequeña y media burguesía. La primera Junta Directiva contó entre sus miembros con el médico partidario del naturismo Pantaleón Julián Valdés, con el respetado patriota, masón y abakuá Lino D’Ou, con Primitivo Ramírez Ros, quien había sido electo Representante a la Cámara por la Conjunción Democrática y por la provincia de Matanzas en las elecciones de 1912, y con Leoncio Morúa Delgado, hermano del escritor y Representante a la Cámara, ya fallecido, Martín Morúa Delgado. Por acuerdo unánime, el venerable combatiente independentista y antirracista Juan Gualberto Gómez fue declarado Presidente de Honor. Desde años anteriores ya existían a lo largo del país otras agrupaciones integradas por personas de piel oscura, como la Unión Fraternal y el Centro de Cocheros, que había cambiado su nombre por Centro Maceo. A ellas se sumó, con gran vitalidad desde sus inicios, el Club Atenas.

No deja de resultar llamativo que esta sociedad fuese creada cinco años después del alzamiento del Partido Independiente de Color y de la matanza de negros y mulatos integrantes de dicho levantamiento, principalmente en la región sur de la provincia de Oriente. Como consecuencia de aquel enfrentamiento armado entre cubanos, surgió en gran parte de la población blanca y de no pocos sectores políticos el temor al negro y el interés en tenerlo maniatado, como demostraron los textos publicados en 1912 La extinción del negro: apuntes político sociales, de Gustavo Enrique Mustelier, y de Guerra de razas (negros contra blancos en Cuba), de Rafael Conte y José M. Capmany. Mas en 1917 aquel temor en cierta medida se había disipado, gracias en parte a las actitudes conciliatorias, unitarias y patrióticas asumidas por personalidades intachables de piel oscura como el ya mencionado Juan Gualberto Gómez, los Representantes a la Cámara Generoso Campos Marqueti y Juan Felipe Risquet, el senador Nicolás Guillén Urra y el general Agustín Cebreco. Aunque la segregación de este sector poblacional continuó disfrutando de sólidos cimientos.

El Club Atenas surgió también como consecuencia del fracaso del proyecto de unificación de las distintas sociedades similares, que en vano en los años inmediatamente anteriores trataron de llegar a acuerdos con ese fin. Las pugnas intestinas, el ansia de protagonismo personal y la lucha generacional, entre otros factores, dieron al traste con el propósito de integración y ante aquella realidad fue que surgió este club, que de cierta manera tomó como patrón estructural el Ateneo de La Habana, institución de cultura fundada en 1902. Al igual que esta, contó con las secciones de Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, Bellas Artes, Literatura, Intereses Morales, Intereses Económicos, Prensa y Publicaciones, y Recreo y Deportes. Unas semanas antes de constituirse, y como vía para darse a conocer, comenzó a publicar el boletín Atenas, que se convirtió en 1931 en revista, órgano de la institución, y tuvo salidas irregulares. Al primer presidente de la entidad, Pantaleón Julián Valdés, le sucedió en el cargo, al año siguiente, Pablo Herrera, militante del Partido Conservador y apasionado partidario de la reelección del primer mandatario Mario García­Menocal. Después, en orden sucesivo, ocuparon la silla presidencial el doctor en Derecho y, a diferencia del anterior, Representante a la Cámara por el Partido Liberal, Miguel Ángel Céspedes y Casado, quien al ocurrir el cuartelazo de marzo de 1952 sería nombra­do Ministro de Justicia por el general Fulgencio Batista, el doctor Pío Arturo Frías, el senador del Partido Liberal por la provincia de Matanzas y fiel servidor de la tiranía machadista Aquilino Lombard Thondike, quien al caer ese régimen en agosto de 1933 tuvo que escapar al extranjero mientras su residencia era saqueada por una multitud enardecida, Cornelio Elizalde Luna, Conrado Trorudike, Ricardo Martínez Bravo, el ingeniero agrónomo y especialista en el cultivo de la piña Benjamín Muñoz Ginarte, el notario y político remediano Manuel Capestany Abreu, Senador de la República por el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) en 1948, el poeta e historiador Juan Jerez Villarreal, autor tiempo después de Oriente (biografía de una provincia) (1960), Ramón María Valdés, el doctor en Derecho y agrimensor Ángel Suárez Rocabruna, Ángel Bertenaty García, Cándido Hernández Quijano, el procurador público y funcionario del Ministerio de Justicia Evelio Chen Mesa, hijo de chino y de negra, Prisciliano Piedra, Representante a la Cámara por el Partido Liberal y, en 1948, Senador de la República por la provincia de Matanzas y por el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), y Ramón Cabrera Torres, ya en los años 1953-­1954. En diciembre de 1956 resultaron electos Eudaldo Gutiérrez Paula, presidente, y Federico Tamayo, secretario. Como podrá observarse, algunos de los máximos dirigentes del Club Atenas desempeñaban importantes cargos partidistas durante las luchas políticas de la época y de seguro trataron de encauzar los derroteros de la entidad en correspondencia con sus intereses.

De acuerdo con el criterio del investigador Alejandro Leonardo Fernández Calderón, el Club Atenas

…abogaba por los principales intereses del sector. Atenas se caracterizó por aglutinar en su seno a figuras de un elevado estatus profesional y cultural, cuestión que dotaba al club de un gran protagonismo en pro de los derechos ciudadanos del grupo, así como en la lucha contra el racismo. Pero la élite negra no llegó a ser económicamente poderosa ni desarrolló a cabalidad su anhelado proyecto, dada la desventaja que suponían su origen y posición dentro de una sociedad jerarquizada por el color de la piel.2

Por su parte, el acucioso investigador Alejandro de la Fuente, en su ineludible estudio Una nación para todos, asegura que el Club Atenas fue «la asociación negra más famosa en la república». Y seguidamente añade:

La exclusividad y selección definían a la nueva sociedad. El club fue creado para demostrar el grado de «preparación» logrado por un sector de la población negra, y obtener la «consideración» política y social para la cual estaban facultados. «Somos una institución», afirmaron sus organizadores, «que refleja el grado de cultura, de elevación espiritual, de inteligencia de los elementos que representamos, así como sus aspiraciones, en constante y progresivo avance.» Así, solo lo «más exclusivo» de los círculos sociales afrocubanos podía asociarse.3

Durante el período presidencial de Alfredo Zayas (1921-­1925), caracterizado por el latrocinio del erario público, la intromisión de los Estados Unidos en los asuntos cubanos y, paradójicamente, en el respeto estricto a los derechos de la ciudadanía, que no permitió crimen político alguno, las élites negras solo obtuvieron como migajas algunos puestos subalternos en el aparato gubernamental. Esa situación cambió sustancialmente a partir del ascenso del general Gerardo Machado a la máxima jerarquía de la República,hecho ocurrido en mayo de 1925gracias a un ambicioso programa que incluía el adecentamiento de la administración pública, la modernización del país, la diversificación de las fuentes productivas y «agua, caminos y escuelas», como predicaba el lema de los nuevos gobernantes. Llama la atención que a principios de aquel año el Club contase con al menos tres decenas de jóvenes miembros que entonces realizaban estudios en la Universidad de La Habana, según el documento que aporta en su estudio el ya citado investigador Fernández Calderón.4 Entre los estudiantes mencionados podemos destacar a Fernando Arteaga Meneses, a Evelio Tieles Soler y a Raúl Amaral Agramonte. El primero se graduó de doctor en Medicina en 1930 y a continuación ejerció con éxito su profesión; el segundo sobresalió más tarde como compositor, violinista y saxofonista, y Raúl Amaral recibió el título de doctor en Derecho Público y Privado en 1927y poco después comenzó a trabajar en el Gabinete Nacional de Identificación, de la Secretaría de Gobernación. En los años 50 se desempeñaba como abogado y como profesor en el Instituto de Segunda Enseñanza de Ciego de Ávila y pertenecía a la redacción del diario habanero Pueblo.5

» El Club Atenas y el régimen de Machado

El Club Atenas, posiblemente como resultado de los servicios políticos que al flamante régimen ya le venían brindado, desde antes de las elecciones, los dirigentes liberales Miguel Ángel Céspedes, quien presidía entonces la institución, Aquilino Lombard y Prisciliano Piedra, se benefició de inmediato con el otorgamiento gubernamental de un terreno que abarcaba algo más de mil metros cuadrados, situado en un área privilegiada que habían ocupado las desaparecidas murallas, y delimitaban las calles Ignacio Agramonte (Zulueta), Apodaca y Economía. Ese espacio, exento de impuestos y de costo alguno, según la donación, tendría que dedicarse en un período menor de dos años a la construcción de un edificio destinado a la sede social del Club Atenas y para el cual también el Estado le hacía entrega de 50 000.00 pesos. Las obras se iniciaron en enero de 1927, después de haber sido sacada a subasta pública la edificación, y concluyeron en el siguiente mes de diciembre, pero la inauguración oficial del inmueble se realizó el 11 de mayo de 1929 con la asistencia del presidente Machado y con un baile de gala en horas de la noche. A partir de entonces comenzó la habilitación práctica del sólido local, que contó con dos plantas, y se enriqueció en los años siguientes con el acondicionamiento de un salón de baile, otro de juego y uno más de esgrima, con biblioteca, gimnasio, comedor, presidencia, un almacén, un patio interior y otras áreas para el disfrute de los asociados.

Desde su llegada al poder, Machado intentó atraerse a las masas de negros y mestizos cubanos y en sus discursos no escatimó elogios y promesas dirigidos a este importante sector poblacional. De acuerdo con la versión de Raúl Amaral, uno de sus empalagosos ofrecimientos fue el siguiente:

…los hombres intelectuales de la raza de color que se sienten postergados, tendrán de mi Gobierno una sincera satisfacción, pues mañana mismo, o cuando vosotros lo tengáis por conveniente, id a Palacio, porque para ustedes siempre están las puertas abiertas, llevad un Memorándum con vuestras aspiraciones, y una relación de los ciudadanos capacitados de la raza de color, y yo en esta noche empeño mi palabra de Veterano, que mi Gobierno les dará una justa participación en la carre ra diplomática, en los altos cargos de la Judicatura, en la carrera Fiscal y en todas las actividades de la vida pública.6

Al calor de aquel ofrecimiento y de la donación realizada por el Estado al Club Atenas, Aquilino Lombard presentó en aquel año de 1925 en la Cámara de Representantes un proyecto en favor de los trabajadores cubanos nativos, tanto blancos como negros, que fue bautizado por sus seguidores como «del 75%» y por sus detractores como «Ley de Protección Racial». Esta iniciativa levantó airadas polémicas y en definitiva, tras ser aprobada por los Representantes, quedó sin ser debatida en el Senado. Como aliciente las élites negras solo pudieron contar entonces con algunos éxitos, entre ellos que al comandante del Ejército Libertador Manuel Delgado se le designó Secretario (Ministro) de Agricultura y con posterioridad de Gobernación, a Manuel Capestany se le nombró Sub­Secretario de Justicia, Benjamín Muñoz Ginarte fue elevado a jefe de sección en la Secretaría de Agricultura y que el activo periodista Ramón Vasconcelos y Raúl Navarrete ingresaron en el cuerpo diplomático de Cuba, un área reservada hasta entonces solo para los blancos. También en la Secretaría de Gobernación, pero en niveles mucho más discretos, se les concedió puestos a los entonces jóvenes Nicolás Guillén, poeta, y Teodoro Ramos Blanco, escultor, entre otros menos conocidos.

La donación magnánima del primer magistrado al Club Atenas, las vehementes promesas que formuló en su sede en favor de negros y mestizos y la activa militancia en el Partido Liberal de no pocos de los integrantes de su mesa directiva contribuyeron no solo a que la institución fuese tildada de machadista por parte de la opinión pública, sino que alimentó la especie, aún más fuerte en años posteriores, cuando se recrudeció la represión gubernamental y la crisis económica en el país, de que los negros eran en el plano social el principal sostén de la dictadura.7 En particular fueron Unión Nacionalista y la organización celular terrorista ABC, integradas mayoritariamente por blancos, las que enarbolaron esa campaña tan negativa como injusta. Los acusadores basaban también su inculpación en el homenaje que en el Teatro Nacional el 5 de septiembre de 1928 le habían tributado a Machado 186 sociedades negras de todo el país, sonado acto social que encabezó el Club Atenas y que coincidió con la prórroga de poderes establecida arbitrariamente por el primer mandatario. A esto sumaban que en la primavera del año 1933, cuando ya el régimen se tambaleaba y daba sus primeros pasos la Mediación promovida por los Estados Unidos para buscarle una salida a la aguda crisis política cubana, el Club Atenas se negó a respaldar una declaración promovida por diversas asociaciones sociales habaneras para protestar por «las arbitrariedades del Machadismo». Según expuso más tarde Raúl Amaral:

…una de las instituciones democráticas de la Habana, el prestigioso «Club Atenas», expresó por medio de su presidente, que la institución como persona jurídica, no tenía ningún motivo de agravio del Honorable Presidente de la República, a quien hacía poco había recibido en sus salones, pero que cada uno de los miembros del Club podían pensar libremente en sus determinaciones en la vida pública, «habiendo muchas figuras prestigiosas de la oposición en el cuadro de sus asociados». Esta respuesta, que significaba la negativa del Club Atenas a figurar en el Manifiesto de los Clubes aristocráticos que habían contado con el club después de haberlo despreciado, sirvió de pasto de los intrigantes para calificar a tan cubanísima institución «como ligada a la tiranía machadista», y como es la orientadora de la raza de color cubana, recibió esta por igual tan dura e injusta afrenta.8

Los acusadores del mismo modo sacaron entonces a relucir la versión, no confirmada, de que ya en las postrimerías de su régimen Machado había declarado que «permanecería en el poder con el apoyo de los negros y del ejército» y que el representante Aquilino Lombard había asegurado estar listo para movilizar a más de 20 000 afrocubanos para defenderlo.9 Otro argumento que enarbolaban, en este punto con bastante razón, se fundamentaba en la llamada Liga Patriótica, especie de brigada de respuesta rápida para realizar actos de repudio en las calles y plazas y propinar golpizas a cualquiera que se manifestase en oposición al Presidente, grupo este llamado con desprecio por las personas decentes La Porra. Estaba conformada principalmente por expresidiarios, maleantes, ladrones, proxenetas y matones captados en los estratos sociales más pobres y marginales, donde abundaban los afrocubanos. Su variante femenina, nombrada La Porra de Mujeres, en la que sobresalían camorristas, prostitutas, drogadictas y estafadoras, era encabezada por una robusta mujer negra, exreclusa de la Cárcel de Guanabacoa, que se hacía llamar Mango Macho. No podía negarse que estos eran rostros visibles de los defensores del machadato que se encargaban de realizar con entusiasmo, por unas monedas, la tarea sucia.

Los miembros del Club Atenas, por supuesto, sentían un agradecimiento a Machado que no escondían, pero en modo alguno ese sentimiento pudiera interpretarse como un respaldo a sus crímenes ni a sus métodos dictatoriales. Además, debe tenerse en cuenta que la inmensa mayoría de los que integraban la cúpula del Ejecutivo, del ejército y de la policía de aquella tiranía estaba conformada por blancos, y no por negros ni mestizos. A pesar de esa evidencia, el rencor acumulado en algunos sectores blancos y la propaganda adversa que recibía esa asociación se pusieron de manifiesto de un modo criminal cuando a mediados de noviembre de 1933, semanas después del derrumbe del régimen, en la sede del Club Atenas hizo explosión una bomba que no causó víctimas, pero sí daños materiales. De igual forma por aquellos días también sufrieron atentados similares con el fin de provocar miedo y amedrentar, otras sociedades negras habaneras como Asteria, Unión Fraternal, Jóvenes del Vals y Sol de Occidente, así como Minerva, de Cienfuegos, y Bella Unión, de Santa Clara.10

» Consolidación y auge del Club Atenas

 A pesar de los incidentes anteriores, el Club Atenas logró sortear con buena fortuna el descalabro nacional que significó la sangrienta caída del régimen machadista, los enfrentamientos armados que le sucedieron, la inestabilidad política, el derrumbe de la economía nacional y las agudas luchas políticas que mantuvieron en vilo a la ciudadanía. Ya en la década de los 40, tras la promulgación de una nueva Carta Magna, de carácter progresista e integrador, esta entidad alcanzó mayores energías. En su sede radicó también la Sociedad de Estudios Afrocubanos, que presidió el erudito Fernando Ortiz y donde se impartieron numerosas conferencias, entre ellas la titulada «Estudio sobre la estructuración rítmica de la música negra», que ofreció Obdulio Morales en junio de 1943. Por aquellos días se le tributó un homenaje al escultor Teodoro Ramos Blanco por haber obtenido en ejercicios de oposición la Cátedra de Modelado del Natural en la Academia de San Alejandro. Poco después una sesión con diferentes oradores, en la cual intervino el entonces Embajador de los Estados Unidos en Cuba, señor Spruille Braden, se le dedicó al presidente de ese país, Franklin D. Roosevelt, en momentos en que se desarrollaba la segunda Guerra Mundial. En sus salones también se dictaron conferencias sobre temas científicos, se proyectaron diferentes filmes de ficción y documentales, hubo recitales de poesía e interpretaciones musicales de coros y solistas. En las actividades festivas celebradas en su salón de baile se presentaron la Orquesta Jorrín y otras agrupaciones que disfrutaban de general aceptación.

El Club Atenas sostuvo cordiales relaciones con las sociedades negras establecidas en los Estados Unidos y con el gobierno de Haití. De igual modo manifestó su solidaridad con el movimiento independentista puertorriqueño y en el año 1927, durante la visita de proselitismo político de Pedro Albizu Campos a Cuba, le dio la posibilidad de escalar su tribuna para exponer los argumentos de emancipación que este defendía con denuedo. En 1930 le brindó un homenaje al joven poeta negro norteamericano Langston Hughes, de visita en La Habana. De igual forma exaltó las proezas deportivas de varios atletas negros como el boxeador Eligio Sardiñas (Kid Chocolate), el pelotero Orestes Miñoso y el corredor Rafael Fortún. En su proyección nacional, entre otros muchos posicionamientos, en 1919 condenó el linchamiento de un joven negro ocurrido en Regla, en 1925 combatió la segregación racista que se había convertido en hábito malsano en el Parque Vidal, de Santa Clara, donde los blancos paseaban por un área y los negros solo podían pasear por otra, en evidente muestra de discriminación, y en 1930 manifestó su repudio al elitista HavanaYatch Club, que le negó la entrada a las personas negras que deseaban ver el campeonato de natación de los Juegos Centroamericanos a efectuarse en la piscina de su sede. Por aquel tiempo dicha asociación también realizó algunos gestos políticos dignos de reconocimiento, como la defensa, en 1931, de los ocho jóvenes negros injustamente condenados a muerte en Scottsburo, Estados Unidos.

De acuerdo con la valoración general de la investigadora Carmen Montejo Arrechea, el Club Atenas, «fue una sociedad clasista, la más exclusiva y aristocrática de todas las instituciones de este tipo en Cuba para personas de la raza negra; aunque podían asociarse a ella personas blancas de reputación (…) o por matrimonio con algún miembro.»11 Sin dejar de ser esto muy cierto, y de resultar muy evidente que trató de tomar siempre como patrón o modelo los hábitos sociales de la alta burguesía cubana, como demuestra el hecho de haber creado en su edificio social un espacio para la práctica de la esgrima,12 debe reconocerse que mantuvo siempre en alto la defensa de los derechos escamoteados de la población negra, pero en todo momento por las vías pacíficas y apelando a la paz, la cubanía y el sentimiento patriótico. Su constante prédica antirracista es innegable. En su etapa final, que se correspondió con la de su mayor esplendor económico, llegó a contar con un balneario propio y un círculo infantil, y realizó con más frecuencia excursiones campestres y fiestas en sus salones. Si bien es cierto que en sus inicios repudió manifestaciones musicales y bailables como la rumba, el toque de tambor, las comparsas y el son, para no hablar del guaguancó y la conga, por considerarlas vulgares, atávicas y obstáculos en el proceso de avance social y cultural de los negros, con posterioridad fue capaz de asimilarlas en cierta medida, quizás porque también el son, el Trío Matamoros y El Septeto Habanero, por ejemplo, ya eran admitidos por los clubes aristocráticos blancos de la capital.

A lo largo de su historia, que abarcó más de cuarenta años, esta entidad celebró incontables veladas de homenaje a figuras patrióticas como los hermanos Antonio y José Maceo, Juan Gualberto Gómez y el general Guillermo Moncada, todos ellos de piel negra, así como también al presbítero Félix Varela, a José Martí y al abolicionista Miguel Figueroa, estos de la raza blanca. En marzo de 1921, con motivo de la visita a Cuba del predicador jamaicano Marcus Garvey, partidario del pan­africanismo y llamado «El Moisés de la Raza Negra», no solo le brindó una recepción en su sede, sino que a través de gestiones realizadas por el exRepresentante Primitivo Ramírez Ros logró que el presidente García­Menocal lo recibiera oficialmente en Palacio.

Hasta donde conocemos, el poeta Nicolás Guillén se presentó en tres ocasiones en el Club Atenas; la primera vez fue a fines de agosto de 1930 para impartir la conferencia «Motivos literarios», en la cual dio respuesta a los diversos comentarios que había provocado la publicación, muy poco antes, de su cuaderno de versos Motivos de son. En el año 1942 la sociedad le dedicó una velada por la publicación de su libro de versos Sóngoro cosongo y otros poemas. Por último el 14 de abril de 1948 se le ofreció un almuerzo de bienvenida tras su regreso a Cuba después de haber recorrido ocho países hispanoamericanos, en los cuales realizó numerosas lecturas de sus poemas. El siguiente día 5 de mayo, en plena campaña política ante las próximas elecciones, el aspirante presidencial del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), Carlos Prío Socarrás, desde la tribuna de esa institución ofreció una conferencia contra el racismo.

En enero de 1949 el Club Atenas dio a conocer las bases de un concurso anual que denominó Premio Periodístico «Lino D’Ou», en honor a una de las personalidades paradigmáticas de dicha asociación, el patriota santiaguero Lino D’Ou Ayllón, hijo de blanco español y negra cubana, quien en la gesta emancipadora había alcanzado el grado de Teniente Coronel, llegó a ser después Representante a la Cámara, sobresalió como periodista y siempre abogó por la igualdad racial y la eliminación de todo acto discriminatorio debido al color de la piel. De acuerdo con el reglamento que se estableció, esa distinción sería otorgada anualmente «al periodista profesional que publique el mejor artículo o reportaje que sirva para darle unidad a nuestra familia, abogando por la convivencia fraternal y la solidaridad más estricta entre todos los cubanos, o destaque la labor realizada por instituciones o particulares en ese sentido».13 El premio consistiría en cien pesos y un diploma acreditativo.

La primera edición de este certamen correspondió al año 1950 y el vencedor resultó ser el poeta español establecido en Cuba Vicente García Morales, quien durante muchos años integró la redacción del diario El Mundo. A David Grillo Sáez, periodista de Mañana que ocupó la Secretaría de Prensa del Club Atenas, autor del libro El problema del negro cubano (1953) y ferviente partidario de Fulgencio Batista, se le otorgó el galardón al año siguiente, mientras que en Benito Alonso Artigas, miembro del cuerpo de redactores de El País desde hacía más de veinte años, recayó el premio de 1952 por el artículo titulado «Discriminación», publicado en Excélsior. Luis Rolando Cabrera, integrante del equipo de periodistas del semanario Bohemia, fue merecedor del diploma del año 1953 por su homenaje al general Guillermón Moncada, que vio la luz en El Mundo. En los años 1954 y 1955 el jurado del certamen declaró desierto el premio, y en 1956 el historiador y economista Antonio Martínez Bello, autor del ensayo Ideas sociales y económicas de José Martí (1940), logró conquistarlo con el texto «Martí y el racismo», publicado en Mañana. Por último podemos afirmar que al siguiente año a Oscar F. Rego, reconocido periodista del semanario Carteles, le correspondió el galardón gracias a su trabajo titulado «En el centenario de Morúa Delgado», impreso en el diario Alerta. Ignoramos si este premio se continuó convocando en los años siguientes.

La revista Atenas, órgano oficial de la sociedad, disfrutó de muy buena calidad de impresión y a pesar de sus salidas irregulares y de la amplia cobertura que le concedió a las personalidades del Club y a sus familiares cercanos, en sus páginas colaboraron a lo largo de la década de los 50 importantes autores cubanos, tanto blancos como negros o mestizos. A principios de dicha etapa, en el tiempo en que estuvo bajo la dirección del historiador y pedagogo Juan Jiménez Pastrana, quien ya había publicado Interpretación en torno a los protomártires de la independencia (1942), aparecieron textos históricos de los reconocidos investigadores Mario Guiral Moreno y Elías Entralgo, poemas de Rafaela Chacón Nardi y de Nivaria Tejera, narraciones de Surama Ferrer, ganadora del Premio de Cuento «Alfonso Hernández Catá» en 1950 y autora de la novela Romelia Vargas (1952), comentarios sobre arte del especialista Ramón Loy, artículos de Fernando G. Campoamor, de Teodoro Díaz Fabelo, autor más tarde de la importante obra etnológica Olorum (1960), reseñas de libros de Jiménez Pastrana, trabajos del investigador Armando Guerra Castañeda, quien había publicado Martí y los negros (1947), y otros de carácter sociológico del escritor y viejo luchador socialista Antonio Penichet, así como textos periodísticos de Higinio J. Medrano Polanco, Felipe Elósegui Yero, redactor de Ataja, Aracelio Azcuy, quien por entonces publicó el libro de denuncia antibatistiana Cuba: campo de concentración (México, 1954), y del matancero Bonifacio Romero Pérez, más conocido por el seudónimo Olivastro de Rodas. En 1954 Atenas había pasado a ser dirigida por Ramón Cabrera Torres, presidente del Club, y su contenido literario había disminuido.

Otros escritores y artistas negros que estuvieron muy vinculados al Club Atenas fueron Pedro N. González Veranes, quien en 1943 había dado a conocer su investigación La personalidad de Rafael Serra y sus relaciones con Martí, Ángel César Pinto Albiol, ferviente enemigo de la marginación racial a través de sus frecuentes artículos en la prensa y autor del libelo El Dr. Mañach y el problema negro (1949), en el cual acusó de racista al autor de Martí, el Apóstol,14 y Gastón Baquero, jefe de Redacción del importante Diario de la Marina, quien integró el Consejo Consultivo de Atenas. Además del escultor Teodoro Ramos Blanco, ya mencionado, formó parte de la directiva de dicha entidad el pintor Pastor Argudín, especialista en el retrato y graduado en importantes academias de arte en España y Francia. Una mención especial merece Fernando Ortiz, quien recibió el título de Socio de Honor del Club Atenas por sus investigaciones sobre el negro en Cuba. De igual manera debemos recordar a otros intelectuales blancos que no tuvieron prejuicios en impartir conferencias en esa entidad. Entre ellos estuvieron los profesores universitarios Manuel Bisbé, helenista, el físico Manuel Gran y el historiador Antonio Hernández Travieso, así como el teatrista y crítico andaluz exiliado entonces en Cuba Álvaro Muñoz Custodio.

Esta institución se hizo presente más allá de los límites de su edificación al erigirle, aproximadamente en 1947, un monumento al infortunado poeta Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido) en el parque de la Iglesia del Cristo del Buen Viaje, de la calle Teniente Rey, que contó con una pieza escultórica de Ramos Blanco, y al hacerle entrega en 1954 en Hyde Park, de Nueva York, a Eleonor Roosevelt, viuda del presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt, de un busto del general Antonio Maceo realizado por dicho artista.

En la relación de los asociados correspondiente a la década de los 50 nos encontramos nuevos nombres, como los del general retirado del Ejército Constitucional Gregorio Querejeta Valdés, el periodista Alberto Salas Amaro, director del diario Ataja, Oscar Domech García, autor del ambicioso Diccionario internacional de autores (1966), el ingeniero Félix O`Farrill, el senador batistiano Heriberto Madrigal Ramírez, Leandro Carvajal Rodríguez, quien presidía el Colegio Nacional de Periodistas, y, para nuestro asombro, el acaudalado hombre de negocios de origen uruguayo Amleto Battisti Lora, propietario del Hotel Sevilla y del balneario de Santa María del Rosario, presidente del Banco de Crédito e Inversiones, senador y socio de Fulgencio Batista en no pocas operaciones financieras fraudulentas.

Todo parecía indicar que marchaba con buen paso esta asociación, pero en las actas correspondientes al año 1957 encontramos indicios ciertos de graves desavenencias ocurridas en el seno de su membrecía, sin que se expongan las causas. En enero de aquel año fue calificado como Persona No Grata al Club Atenas Sixto Gastón Agüero, apasionado defensor de la raza negra y autor del polémico ensayo Racismo y mestizaje en Cuba (1959), y en el mes de marzo la directiva de la sociedad le aplicó el Reglamento y le dio de baja a alrededor de 30 asociados, al tiempo que hacía efectivo su rompimiento con ella otro grupo de aproximadamente 20 socios. Estos hechos ponían de relieve conflictos internos en la agrupación, pero al parecer las aguas volvieron poco después a su nivel y el siguiente día 14 de abril se le ofreció en sus salones un homenaje al periodista e ingeniero recientemente fallecido Gustavo Urrutia, muy vinculado durante años al Club, y Gastón Baquero impartió una conferencia por el Día de las Américas. En aquel período ocupaba la silla presidencial el periodista del diario El Crisol, vicedecano del Colegio Nacional de Periodistas y destacado miembro de la masonería Eudaldo Gutiérrez Paula, quien en las elecciones de diciembre de 1958 fue sustituido por Evelio Chen Mesa.

Monumento al poeta Plácido, obra de Teodoro Ramos Blanco, patrocinada por el Club Atenas y erigida en el parque del Cristo del Buen Viaje, La Habana Vieja. El año al pie, 1978, constituye un error puesto al ser remozado el monumento.

Monumento al poeta Plácido, obra de Teodoro Ramos Blanco, patrocinada por el Club Atenas y erigida en el parque del Cristo del Buen Viaje, La Habana Vieja. El año al pie, 1978, constituye un error puesto al ser remozado el monumento.

» Etapa final del Club Atenas

Al igual que lo ocurrido en otras muchas entidades sociales, como los centros Gallego y Asturiano, la Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana y la Asociación de Reporters, el triunfo revolucionario estremeció al Club Atenas, que el día 12 de enero de 1959 envió mensajes de felicitación a las nuevas autoridades, encabezadas por el comandante Fidel Castro, el presidente Manuel Urrutia y el primer ministro José Miró Cardona, con el evidente propósito de ajustarse a la nueva situación política y extender una mano amistosa. Pero poco después, el 21 de enero, un reducido número de miembros tomó «revolucionariamente» la sede social con el pretexto de que la directiva había estado en contubernio con el régimen de Batista e incluso en marzo de 1957 había acudido al Palacio Presidencial para manifestarle personalmente a este su alegría por haber resultado ileso en el ataque realizado a dicha mansión por un grupo de revolucionarios.15 Esta grave acusación, en el caso de tener fundamento, quizás nos explique las bajas ocurridas en aquel mes, ya mencionadas en líneas anteriores. Resultaría muy probable considerar entonces que obedecieron a la repulsa provocada por aquel gesto de pleitesía. Más acertados se hallaban los detractores de la directiva al recordar que en marzo de 1958, cuando se agudizaba el enfrentamiento a la dictadura, 42 instituciones cívicas y profesionales cubanas le exigieron la renuncia a Fulgencio Batista y entre ellas no estuvo el Club Atenas; pero de igual modo debe reconocerse que tampoco estuvo ninguna asociación afrocubana.16

La ocupación arbitraria del edificio hizo que los máximos dirigentes del Club apelaran a las autoridades con el fin de que impusieran el orden y estas desalojaron de inmediato a los intrusos, pero la normalidad no volvió a ser completa. Algunos datos, como la disminución del número de asociados a partir de aquellos momentos, indican que la entidad entró en una etapa de crisis, que de seguro se agudizó cuando, al informar del estado de cuentas a las nuevas autoridades, hubo de reconocer que en el año 1957 Jorge García Montes, el ministro de Educación, le había donado la elevada cifra de 1 600.00 pesos, y que recibía subvenciones del Ayuntamiento de La Habana. No obstante, en diciembre de 1959 celebró las elecciones establecidas por el Reglamento y resultaron elegidos Manuel G. Mariñas Carmona, presidente, y Oscar Domech, tesorero. Por aquellos días, a través de sus respectivos escritos en la prensa, el periodista Manuel Cuéllar Vizcaíno, quien se había desempeñado como director de Asuntos Sociales del Ministerio de Información durante la dictadura batistiana, fustigó el funcionamiento del Club Atenas y Sixto Gastón Agüero, quien había sido declarado persona no grata de esa entidad, propuso la eliminación de todas las sociedades afrocubanas por considerarlas obsoletas en medio del proceso de transformaciones revolucionarias. En noviembre de 1960 la cantidad de socios del club se había reducido a medio centenar.

De esa forma la entidad cayó en picada y su liquidación definitiva ocurrió el 11 de julio de 1961 a través de la Resolución Nro. 678 dictada por el Gobierno Provincial Revolucionario, que estableció: …el «Club Atenas no está cumpliendo los fines para los que fue creada; que se desenvuelve de modo anormal; que constituye un serio obstáculo al cumplimiento de los objetivos de cordialidad cubana, de integración revolucionaria y superación social que sustenta la obra reivindicadora del Gobierno Revolucionario.» (…)

«Por cuanto: Se ha comenzado en nuestro país a aplicar las medidas conducentes a la construcción socialista de la sociedad en que ha desaparecido la discriminación por razones de raza, sexo, edad o condición social.»

De acuerdo con esta Resolución, el Club Atenas no celebraba las reuniones con sus asociados, quienes a su vez no pagaban las cuotas mensuales, y su sede social se hallaba en estado de abandono, con algunos locales en situación de deterioro constructivo. Como resultado de todos estos elementos el Gobierno Provincial Revolucionario decidió designar a un interventor y que el edificio, con todos sus bienes, pasara a la Dirección Nacional de Círculos Infantiles.17 Con posterioridad, y hasta el presente, radica en ese lugar el Círculo Infantil «Semillas de América».

Al hacer un balance final de esta entidad, declaró la investigadora Carmen V. Montejo: «al igual que algunas sociedades blancas, no admitió en su membresía a personas de nivel económico, social y educacional inferior a lo establecido en sus Estatutos» (…) y que

…existieron contradicciones serias dentro del propio elemento negro, los de abajo no veían con buenos ojos a los de arriba —que se creían superiores— además algunos de ellos los utilizaban en su beneficio para obtener prebendas y puestos como hacían los blancos con ellos. Por eso podemos decir, sin lugar a dudas, que dentro de esta institución hubo elementos favorecidos con las diferencias raciales y claudicaron haciéndoles el juego a los interesados en mantener la situación…18

Por otro lado, puede criticarse también esta asociación por su marcado carácter machista. En los documentos que componen los expedientes de su legajo no hemos hallado ni siquiera a una mujer que integrara su junta directiva. Y aunque se menciona que contó con una Sección Femenina, que presidió la doctora en Pedagogía y relevante educadora Ana Echegoyen Montalvo, solo con mucho esfuerzo pueden identificarse a unas pocas socias, como Digna Fernández y María Luisa Vélez, incluidas en la lista de estudiantes universitarios del año 1925 que mencionamos páginas atrás. A lo largo de la existencia de esta organización todas las decisiones estuvieron en manos de los hombres.

Si bien el Club Atenas fue una entidad con una proyección eminentemente social, debemos reconocer que le dio amplio espacio a la cultura, sirvió de sede para impartir conferencias y veladas artísticas y literarias, contó con una revista que publicó textos de importantes escritores y organizó un concurso periodístico. Por tales razones debe ser considerada también dentro de la relación de instituciones culturales habaneras de las décadas del 40 y del 50, fundamentalmente.

Como bien señala Alejandro de la Fuente al hacer un análisis general de aquellas sociedades negras, entre ellas el Club Atenas,

…hacia fines de los años veinte esta élite afrocubana había desarrollado los mecanismos institucionales necesarios para hacer valer su presencia en la sociedad y la política cubana. Este grupo de profesionales y políticos negros comprendía bien que la acción del gobierno era indispensable para la lucha contra la discriminación racial y para romper las barreras que impedían su ascenso pleno a los espacios sociales y profesionales más exclusivos del país. Ellos reconocieron, además, que esa acción estatal solo era posible si eran capaces de ejercer presión política, lo cual dependía en gran medida de su capacidad para movilizar las masas de electores afrocubanos y coordinar los esfuerzos de las sociedades negras. A lograr estos objetivos dedicaron sus esfuerzos en el competitivo juego político de la segunda república.19

Antigua sede del Club Atenas en la esquina de Ignacio Agramonte (Zulueta) y Apodaca, La Habana Vieja. (Foto Pablo Argüelles)

Antigua sede del Club Atenas en la esquina de Ignacio Agramonte (Zulueta) y Apodaca, La Habana Vieja. (Foto Pablo Argüelles)

Los protagonistas del proceso revolucionario iniciado en 1959, con sus radicales transformaciones, no consideraron necesaria la existencia de agrupaciones como estas, fundamentadas en el enfrentamiento a la discriminación racial y en la reclamación de los derechos escamoteados a negros y mestizos. La igualdad entre los ciudadanos se establecía a través de las leyes, los decretos y la voluntad de las nuevas autoridades. Así quedó estampado al final del artículo que le dedica al Club Atenas el Diccionario de la literatura cubana, donde se afirma de forma festinada: «En los primeros años del triunfo de la Revolución desapareció esta agrupación basada en una diferenciación racial que ya no tiene razón de ser.»20 Como ha podido constatarse con facilidad desde aquel momento hasta el presente, esa diferenciación racial no ha dejado de existir en el seno de la sociedad cubana.

Notas y Referencias:

  1. Archivo Nacional de Cuba. Registro de Asociaciones. Club Atenas. Legajo 1112 Expedientes 23267, 23268, 23269 y 23270. De esta fuente hemos tomado no pocas informaciones.
  2. Fernández Calderón, Alejandro Leonardo Páginas en conflicto: debate racial en la prensa cubana (1912-1930). La Habana, Editorial UH, 2014, pp. 50-51.
  3. Fuente, Alejandro de la Una nación para todos. Raza, desigualdad y política en Cuba. 1900-2000. Madrid, Editorial Colibrí, 2000, p. 240.
  4. Cit., pp. 188-189.
  5. Amaral Agramonte se encontraba en Ciudad de México y mantenía estrecha relación con Julio Antonio Mella y otros jóvenes revolucionarios cubanos exiliados poco antes de que este líder fuese asesinado en enero de 1929. Sobre él cayó desde entonces la grave acusación de que formaba parte del complot machadista para eliminar a Mella. Regresó a Cuba poco antes de que se consumara el crimen y unos meses después fue nombrado por el presidente Machado juez suplente de Instrucción de Chambas. En esta zona hizo seguidamente activa labor política dentro de las filas del Partido Liberal. A la caída de este régimen resultó detenido por los revolucionarios y encarcelado en el Castillo del Príncipe. Como descargo de la grave acusación que se le hacía publicó el libro Al margen de la Revolución (1935). Nunca llegó a ser condenado por un tribunal. Aunque a lo largo de su existencia negó siempre haber tomado parte en el plan contra Mella, incluso a través de artículos que dio a conocer en la prensa para defenderse de esa grave acusación que siempre lo persiguió, existen elementos que lo inculpan de un modo muy serio. Murió en La Habana en 1997.
  6. Citado por Raúl Amaral Agramonte en Al margen de la Revolución. La Habana, Cultural, S.A., 1935, pp. 48-49
  7. En honor a la verdad histórica debe reconocerse que la inmensa mayoría de los que enfrentaron al régimen de Machado estaba compuesta por blancos: desde su primera víctima, el periodista Armando André, ultimado a tiros en La Habana en agosto de 1925, hasta la joven obrera América Labadí Arce, asesinada en Santiago de Cuba en agosto de 1933 cuando participaba en una manifestación, pasando durante ese período por Alfredo López, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Antonio Guiteras, Carlos Mendieta, Ramón Grau San Martín, Francisco Peraza, Miguel Mariano Gómez, Arturo del Pino, Rafael Trejo, Pío Álvarez, Gabriel Barceló y Félix Alpízar, así como por muchos de los integrantes del Directorio Estudiantil Universitario, la Unión Nacionalista, el Partido Comunista de Cuba, el ABC, el Ala Izquierda Estudiantil y el movimiento anarquista. Todos ellos, a pesar de sus diferencias ideológicas y estratégicas, constituían el rostro blanco y prominente de la lucha contra Machado. En cambio, de raza negra solo pueden mencionarse a unos pocos oposicionistas, entre ellos a Juan Gualberto Gómez, al trotskista Sandalio Junco, al dirigente obrero Margarito Iglesias, al representante Bartolomé Sagaró y al periodista Abelardo Pacheco, estos tres asesinados por las fuerzas represivas del régimen. En gran parte de la población negra de entonces prevalecía el criterio de que no era conveniente involucrarse directamente en las luchas políticas y las contiendas partidistas porque «eso era cosa de blancos».
  8. Amaral Agramonte, Raúl Al margen de la Revolución. Cit., pp. 274-275.
  9. Fuente, Alejandro de la Una nación para todos. Cit., 280
  10. Ídem., p. 285.
  11. Montejo Arrechea, Carmen V. Sociedades negras en Cuba 1878-1960. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales-Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2004, p. 176.
  12. Con salones de esgrima atendidos por diestros espadachines contaron varias agrupaciones de orientación españolista, como la Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana y el Casino Español; pero igualmente existieron en la Asociación de Reporters de La Habana y en el Havana Yacht Club.
  13. «Premio Periodístico “Lino D’Ou” Bases». En Colegio Provincial de Periodistas de La Habana Los premios periodísticos. La Habana, Revista «Crítica», 1958, p. 175. De esta fuente hemos tomado además la relación de los premiados.
  14. Mañach refutó esa acusación en el artículo «Avispas por la ventana», que publicó en el número de Bohemia del 27 de marzo de 1949, p. 55.
  15. Hemos revisado de punta a cabo el libro de Marcos Bravo El segundo «asalto» a Palacio (La Habana, 1960), compilación detallada de personas y representantes de instituciones que en los días siguientes al 13 de marzo de 1957 acudieron a la mansión palatina para congratular al dictador por haber salido ileso del ataque protagonizado por un grupo de revolucionarios, y no hemos encontrado alusión alguna al Club Atenas ni a su presidente en aquellos momentos, Eudaldo Gutiérrez Paula. A título personal sí encontramos en la extensa relación de los que allí se hicieron presentes al ministro Miguel Ángel Céspedes y al senador Heriberto Madrigal Ramírez. Quizás los ocupantes de la sede del Club se basaban en alguna declaración pública ofrecida por la directiva o a algún comunicado que dio a conocer a través de la prensa.
  16. Fuente, Alejandro de la Una nación para todos. Cit., p. 351.
  17. Archivo Nacional de Cuba. Registro de Asociaciones. Club Atenas. Legajo 1112 Expediente 23270. Las cursivas son del autor.
  18. Montejo Arrechea, Carmen V. Sociedades negras en Cuba 1878-1960. Cit., pp. 197-198.
  19. Fuente, Alejandro de la Una nación para todos. Cit., pp. 243-244.
  20. «Club Atenas». En Diccionario de la literatura cubana del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1980, tomo I, p. 217.